Aníbal Leopoldo Mansilla Peñaloza
Durante la gestión 2013 y parte del 2014, con la participación de varios directores/as y profesoras/as bajo el auspicio del Proyecto Suma Qamasiña se hizo investigaciones sobre la realidad conmovedora de los estudiantes que asisten a unidades educativas nocturnas, en el nivel primario vocacional y en el secundario productivo.
A estas unidades asisten niños, niñas y adolescentes que por diversas causas se ven ante la necesidad de trabajar durante el día y estudiar en las noches. Generalmente son personas del campo que van a la ciudad en busca de una fuente laboral (talleres de mecánica, cerrajería, tiendas, pensiones, transporte, construcción, etc.), en otros casos se trata de personas huérfanas o estudiantes que provienen de familias extremadamente pobres o desintegradas, cuyos padres por diversos factores no les proveen el sustento diario.
En consecuencia los estudiantes de las unidades educativas nocturnas tienen características muy particulares y por lo general asisten a clases por su propia cuenta, impulsados por alguna fuerza interna que los induce a estudiar y, como dicen ellos, “surgir en la vida”. En su mayoría no tienen padre ni madre que los alienten a seguir adelante; donde habitan nadie los espera con alimentación preparada, ropa limpia y los materiales de estudio tienen que comprarlos ellos mismos con lo que ganan.
Muchos está bajo amparo de empleadores, apoderados o familiares, en quienes encuentren alguna protección y apoyo; otros estudiantes tienen la fortuna de contar con sus padres o alguno de sus progenitores, pero trabajan durante el día para coadyuvar a la economía familiar o cumplen alguna labor de apoyo en la actividad de sus padres.
Estas personas asisten a clases después de agotadoras faenas y muchas veces vienen tan cansadas que duermen en el curso. El grado de agotamiento depende de la naturaleza y el número de horas de trabajo que realizan, por cuanto las normas que protegen a niñas y niños trabajadores, en la práctica no se cumplen.
Los estudiantes trabajadores, al igual que otros niños, niñas y adolescentes, gustan mucho de las actividades deportivas, la práctica artística, poética y las danzas, siempre están predispuestos a participar en espacios donde pueden compartir y confraternizar con sus compañeros y compañeras. Pero estas actividades que alivian su cansancio no encuentran espacio adecuado en la malla curricular. Por ejemplo, en los últimos años de secundaria no se contempla la asignatura de Educación Física, sí están presentes asignaturas que no les son útiles y por tanto no les interesan.
Al respecto, los programas estudio se los fracciona siempre en función a los estudiantes diurnos, cuyos programas, con alguna reducción de horas, como en el caso de Educación Física, se los aplica también para el turno de la noche.
Otro aspecto a tomar en cuenta es la poca disponibilidad de tiempo en el turno de noche, donde el periodo u hora de trabajo es más reducido, por lo que es necesario formular un plan de estudios específico para los estudiantes trabajadores que hoy se ven obligados a llevar un elevado número de asignaturas que no responden a su realidad. Además es urgente replantear periodos pedagógicos reales, dejando los mini periodos que en la práctica resultan un engaño para los estudiantes trabajadores.
Al comenzar la gestión 2014 las autoridades prometieron organizar eventos pedagógicos que traten la problemática educativa de los estudiantes de unidades educativas nocturnas y de manera especial para tratar la malla curricular y las cargas horarias, pero nada de esto ocurrió y en la gestión 2015 la frustración es la misma.
Las autoridades distritales se limitan a tomar el parámetro de la estadística escolar para presionar con el cierre, fusión o racionalización de ítems de estas unidades, cuando las causas para la deserción o abandono radican precisamente en que el Estado no formula ofertas educativas según las necesidades, intereses y potencialidades de los estudiantes de unidades educativas nocturnas.
En este sentido, se requiere que las autoridades elaboren planes y programas específicos para los estudiantes trabajadores; también se debe pensar en cambiar las modalidades de atención, implantando la atención presencial, semi presencial y establecer el avance de contenidos por módulos.
Es necesario introducir en el pensum la formación técnica según las vocaciones ocupacionales de los estudiantes y la nueva orientación de la Ley 070, donde el personal docente también debe tener una formación especializada. En síntesis, se trata de formular nuevas políticas educativas dirigidas a la población escolar en situación de vulnerabilidad, factor que posibilitaría que estas personas ejerciten su legítimo derecho a la educación y no frustren su futuro y vida por falta de una adecuada atención estatal.
El autor es Presidente de la Asociación de Directores de La Paz.
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