El Papa Francisco expresó profunda desazón por el notable consumo de drogas entre la población de la República de Argentina, nación vecina nuestra, con la cual tenemos relaciones comerciales, que es centro de consumo tradicional de la hoja de coca y, en tiempos recientes, de derivados de esa planta, como la pasta base que se utiliza para convertirla en cocaína pura.
La autoridad eclesiástica señaló que, sobre la base de informaciones fidedignas, conoce que la producción, tráfico y consumo de drogas, en especial cocaína en dicho país, está en pleno crecimiento, lo cual podría producir un estado de cosas parecido al de México, vale decir una situación de beligerancia entre cárteles y agrupaciones de traficantes que va derivando en delincuencia, terrorismo y violencia en general.
El Santo Padre ha dicho que por esos factores, Argentina podría correr una suerte de “mexicanización”, es decir un proceso de creciente consumo de drogas que originaría una ola de descomposición social que se traduce en aparición de organizaciones que practican asesinatos en masa, tienen complicidad de las autoridades, por ineficiencia oficial y, en general, es una situación que tiende a convertir a Argentina en un país de batallas campales entre “sindicatos” de comerciantes de cocaína, marihuana y otros productos, problemas de los que se han presentado numerosos indicios.
La gravedad del pronóstico de Su Santidad radica no sólo en lo que se refiere al tráfico y consumo de drogas, sino al creciente ingreso al país vecino de la materia prima de origen en Bolivia, en particular la hoja de coca para su industrialización, pero también al tráfico del estupefaciente con alto grado de pureza, el mismo que serviría para consumo interno, así como para su exportación a países europeos, asiáticos e inclusive africanos.
La mexicanización de Argentina, denunciada por el Papa Francisco, significaría que allí podría llegar a producirse ese fenómeno igual que en México, pero no por la producción de la hoja de coca, sino por el tráfico de la droga, cuyo origen sería Bolivia, pues excepto Perú, no existen en el mundo otras fuentes de producción de la materia prima.
El Papa Francisco reiteró que los estupefacientes constituyen una lacra y que los traficantes los van introduciendo entre los consumidores, quienes si bien en los primeros días sólo consumen un “sobre”, el siguiente mes necesitan dos, y el subsiguiente cuatro, es decir un crecimiento geométrico del consumo de la droga hasta producir la degeneración adictiva del individuo y, finalmente, su muerte, con exclusivo beneficio de los narcotraficantes.
La denuncia papal no sólo estaría dirigida a Argentina, sino también a Bolivia, ya que productores, traficantes y consumidores de drogas están relacionados íntimamente y operan con mayor eficiencia y sin que al parecer existan los controles necesarios para evitarlos.
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