[Manfredo Kempff]

El separatismo como estigma


El tema del separatismo en Bolivia, presuntamente encabezado por Santa Cruz, se lo ha manejado políticamente en oportunidades anteriores a este Gobierno. El MNR fue de los que lo tomó como bandera de guerra cuando nuestras reivindicaciones de los años 50. Con el pretexto de un movimiento secesionista, de anexión al Brasil, se quiso acallar a un pueblo que clamaba por sus regalías petrolíferas que ya se las había otorgado por ley de la República el presidente cruceño Germán Busch.

El MNR, que tenía una fuerte y aguerrida oposición política en la región, representada por Falange Socialista Boliviana (FSB), aprovechó del creciente clamor antigubernamental para ocupar, con milicias indígenas, la capital cruceña y alrededores. Algo que quiso repetir el MAS. A algunos “separatistas” se los asesinó y a otros los trasladaron presos a La Paz. Por entonces es cierto que había diferencias étnicas, culturales y religiosas apreciables, entre los llanos y la montaña, pero lo real es que jamás se pudo probar que existiera un movimiento separatista en Santa Cruz o que su líder de entonces, don Melchor Pinto, lo fuera.

60 años después, el MAS volvió a retomar el tema del separatismo, afligido porque los cruceños no aceptaban de buen grado sus disposiciones y porque en las calles reclamaron violentamente contra ese Gobierno centralista (S.E. habla del “golpe de estado” del año 2008). Los dignatarios masistas echaron el grito al cielo y montaron una represión que fuera contundente. Las diferencias étnicas, culturales y religiosas de los años 50 no eran tan visibles en el 2008 y 2009, por lo que hablar de separatismo era más absurdo aún. Echarle la culpa a la Nación Camba, de promover la secesión no se lo creía ni el mismo MAS. Pero afirmaron que existían terroristas serbio-croatas y centroeuropeos que estaban listos para asesinar a S.E. y proclamar la independencia de la Media Luna (Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija).

El “caso Rózsa” no se debió tanto a una acusación de terrorismo como de separatismo. Dos bombas de poco poder no podían justificar que hubiera terrorismo en Santa Cruz, si a esto agregamos que los tres asesinados en el Hotel Las Américas fueron ordenados desde el Poder, lo que está sobradamente comprobado. En el fondo, el propósito del Gobierno era, principalmente, acusar a los cruceños de separatistas, de ahí que buscaran a los protagonistas del montaje entre veteranos secesionistas balcánicos. De eso se encargó la Justicia.

Según se puede entender, el terrorismo era un medio para llegar al separatismo, nada más. Terroristas hay muchos en el mundo; matan, mueren, y pasan. Pero cuando entran en acción los separatistas hay guerra. Y eso es lo que el flamante Estado Plurinacional quería mostrar a los bolivianos: que en Santa Cruz habían separatistas y que por lo tanto había que sentarle la mano o habría una guerra civil.

El Gobierno ponía a la llamada Media Luna -más concretamente a Santa Cruz- en la misma dimensión que los etarras vascos o los catalanes respecto de España. O al IRA en Irlanda. O la explosión étnico-religiosa yugoslava. O el descuartizamiento de la URSS luego de Gorbachov, con toda la secuela de violencia con los chechenos y otros pueblos. Esa era la visión con que se presentaba a Santa Cruz para atemorizar al resto del país.

Los casos Terrorismo I y Terrorismo II están ahí ventilándose o muriendo de asfixia, sin que a S.E. le importe un comino. A unos pobres ciudadanos, acobardados de tanto sufrir, los han quebrantado moralmente y garantizado su libertad siempre que involucren como secesionista y terrorista al ex gobernador Rubén Costas, desesperados por lo que saben será una paliza electoral la que recibirá el MAS el 29 de marzo. Es eso lo que les interesa endilgar a Costas, separatismo, porque así piensan quitarle apoyo entre los cruceños no nacidos en el departamento, que son muchos. Aquellos que pueden asustarse y creer la tramoya.

Es el Vice quien vuelve a acusar a los cruceños de querer dividir Bolivia. No puede disimular su odio que lo expresa en burla. Con lenguaje sibilino y laberíntico dice que son algunas élites las que buscan el desmembramiento. Por cierto que no aquellas que están obligadas a agasajarlo cada semana. Tal vez en Santa Cruz hayan varias élites según piensa el Vice, unas, las que no comulgan con el MAS, son las peligrosas. Así que tanto S.E. como principalmente el Vice, vienen a nuestra ciudad, amansan adulando con dobleces, ofrecen el oro y el moro, y en cuanto se van empiezan a echarnos palo. Palo del duro: los cruceños son terroristas y separatistas. Son la derecha infame.

Por eso estamos en la lista negra de S.E. como por otros motivos lo están los opositores de La Paz y El Alto: el Gobierno no realizará obras ni inversiones con gobernadores o alcaldes contrarios al MAS. Adiós al pacto fiscal, a las autonomías, a Mutún, Rositas, Puerto Busch, y tantos otros proyectos rancios. O se alinean con el MAS o perecen, es el mensaje soez.

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