Hace más de veinte años, el Papa Juan Pablo II, en reunión con periodistas, les dijo: “El periodismo es un verdadero apostolado y, me gustaría decir, un sacerdocio generoso”. Los exhortó para que la información y la opinión de los periodistas sea siempre constructiva, defensora de la vida y de los valores del ser humano; que sea, dijo, la comunicación social, el mejor medio para preservar a la humanidad de los males en que muchas veces se ve envuelta.
“Uno de los cometidos que debéis llevar siempre en lo más íntimo del corazón es la promoción y la salvaguarda de los valores morales, porque, en el actual clima de permisivismo que con frecuencia es llevado a excesos extremos, incluso por órganos de la publicidad, esta función de orden ético asume un significado altísimo, que ya por sí solo bastaría para motivar la presencia de la prensa”, expresó el Pontífice.
Preocupado por el hedonismo, la criminalidad, las guerras y las acciones en contra de la paz, expresó: “El periodismo debe actuar con fuerza y coraje para propugnar, honrar y defender la virtud y el bien, demostrar incansablemente que éstos se encuentran en armonía con la verdad del hombre y con la calidad de la vida y que, por el contrario, la degradación de las costumbres y la convivencia con el vicio someten a diversas formas de esclavitud que dan lugar, muy luego, a la presencia de guerras, desunión, enfrentamientos y culto al materialismo”.
Convencido de la importancia del trabajo periodístico, el Papa dijo: “Los trabajos periodísticos, con competencia y adhesión a la verdad y a la realidad, pueden prestar una valiosa contribución al deseado despertar de la sensibilidad de las conciencias y a la elevación del nivel de la moralidad pública. Es el trabajo digno y valiente, honesto y responsable, moralizador y decente del periodismo el que puede conseguir mucho de los que poseen poder político, económico y social”.
El periodismo, el honesto y veraz periodismo, siempre tuvo como premisa el servicio al bien común; su entrega a las causas más nobles ha sido demostrado en todo el mundo y ha despertado conciencias para que combata al narcotráfico, a la indecencia de las costumbres, al egoísmo, al tráfico de bienes por medios prohibidos por las leyes. Las investigaciones y denuncias del periodismo han permitido que muchos gobiernos e instituciones aprueben medidas punitivas contra los autores y, a la vez, ha condenado a gobiernos totalitarios que han violado los derechos humanos. El Papa, en una alocución, dijo: “Sabemos de lo mucho y variado que la humanidad le debe al periodismo que derrama bien, amor y solidaridad entre los hombres; sabemos de su lucha por la paz y la concordia entre todos los hombres y sabemos que, en sus filas, como en toda labor humana, hay transfugios que rinden culto al mal; pero, esos casos son excepciones que, pronto, prontamente cambiarán rumbos por las sendas del bien que es atributo de todos”.
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