A nivel mundial se celebró el Día Internacional de la Mujer, festejo que sirvió para evaluar los progresos económicos, políticos, culturales, etc. que alcanzaron las mujeres a nivel planetario en últimos decenios, pero en especial sirvió para conocer y reconocer qué avances o retrocesos registró este género en Bolivia.
En la segunda mitad del siglo pasado, las mujeres obtuvieron notables conquistas por las que estaban luchando desde el tiempo de la Guerra del Chaco, acontecimiento bélico en el que participaron en labores de enfermería y otros menesteres, lo que les valió reconocidos méritos por su sacrificio. No fue menor la labor que desarrollaron las damas en las ciudades y pueblos para prestar atención con alimentos, medicinas, comunicación, etc. En ausencia de los hombres, las mujeres mantuvieron en funcionamiento el aparato del Estado e incursionaron en la administración pública y el derecho de propiedad de la tierra que les había sido negado toda la vida republicana, normas que les abrieron las puertas para conseguir nuevas conquistas. Esa abertura les permitió alcanzar numerosos objetivos que se plasmaron en disposiciones legales que garanticen su participación activa en la vida del país.
Esas conquistas fueron alcanzadas en notables jornadas. Sin embargo, los frenos al cambio a una economía de mercado, impuesto en años recientes, ha ido frenando el proceso de la llamada liberación femenina, lo cual determinó dos aspectos: por un lado, limitación de las oportunidades para las mujeres y, por otro, renacimiento de sistemas tradicionales, entre otros que demandan que la mujer se dedique a labores del hogar y al matrimonio.
Esas características, típicas de un tipo de sociedades en las que la producción, el comercio, el consumo y otros aspectos son pequeños, en las que todo es individual, determinan que el estatus de las mujeres se encuentre en decadencia, no haya mejorado e inclusive en algunas áreas ha retrocedido.
Han sido dictadas alrededor de 40 leyes, pero ellas no se cumplen. Por ejemplo, pese a la vigencia de una ley draconiana, ahora ya no existen casos aislados de feminicidios, sino que estos delitos se producen en masa y la violencia contra las mujeres ha adquirido gravedad alarmante, o se da el caso de que trabajan en labores de gran sacrificio y exclusivos para los hombres, como la albañilería y otros, con salario diario de 95 bolivianos, mientras los hombres ganan entre 150 a 200 bolivianos, discriminación que revela que las cosas no son color de rosa, como trata de pintar el optimismo oficial.
Donde se registró más ventajas para las mujeres fue en el campo político, en particular en la Asamblea Legislativa, donde el 48 por ciento de representantes es de mujeres, mientras en el terreno de la burocracia se calcula que llegaría a más del 30 por ciento. Completando ese aliento, el Presidente del Estado las llena de elogios y ha llegado a sostener que “son más honestas e inteligentes que los hombres”.
En síntesis, se puede decir que si bien las mujeres han hecho algunos avances (algunos de ellos más líricos que objetivos), en su participación en la vida del país, falta todavía mucho camino que recorrer.
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