Susana Zabala Loma
La palabra “bullying” no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE), pero su uso es cada vez más frecuente en el entorno educativo. El término es conocido como acoso escolar, en toda forma de maltrato físico, verbal o psicológico que se produce entre escolares, de forma reiterada y a lo largo del tiempo.
El “bullying” sucede en el aula, en el patio del establecimiento y en alrededores de la unidad educativa, afectando a niños de 12 a 15 años, pero puede extenderse a menores de otras edades.
Para que haya “bullying” debe haber acosador y acosado, a los cuales se los puede identificar mediante las siguientes características:
El acosador es aquel que necesita tener poder y dominio sobre otro más débil, carece de habilidades sociales, generalmente es alguien que tiene problemas de violencia en su propio entorno familiar, manipula a su antojo la realidad y no mide las consecuencias de sus actos.
El acosado es alguien sumiso, que tiene baja autoestima y además no posee una personalidad segura y no es capaz de defenderse a sí mismo por temor a ser dañado; es una persona apegada a su familia y carece de autonomía.
El agresor molesta a su víctima de diferentes maneras, ante la mirada pasiva de sus compañeros, lo cual los vuelve cómplices. Lo puede hacer de manera verbal, como insultar y burlarse de la víctima hasta llegar a los golpes, revelando así su abuso de poder.
El acosador logra la intimidación de la víctima, que lo ve como el más fuerte. Poco a poco el niño agredido experimenta diversas consecuencias psicológicas por esta situación, mostrándose retraído ante sus compañeros y otros.
El “bullying” se ha convertido en una de las primeras preocupaciones de los padres ante el temor de que alguien pueda dañar a su hija o hijo. Por eso es importante que los padres presten atención a los posibles cambios que presenten sus hijos, que pueden estar sufriendo por el acoso escolar.
El hijo puede mostrar cambios de humor muy bruscos, sentir temor de ir a la escuela, por lo cual siempre pondrá cualquier excusa para faltar a clases; el rendimiento escolar bajará, será una persona muy reservada, no hablará de cómo le fue en el día.
Por eso no sólo deben estar atentos los padres sino también los maestros y toda la comunidad educativa, para frenar esta situación, utilizando diferentes estrategias en contra del “bullying”, a fin de alcanzar un ambiente de armonía, paz y tranquilidad.
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