Los países ricos y desarrollados han comprobado que el desarrollo se logra a través de grandes inversiones como son la educación, la salud y el uso bien planificado y honesta y responsablemente dirigido del capital financiero y de la tecnología propia o foránea.
En los países del Tercer Mundo no han primado esas condiciones y hasta se ha creído en algunos sectores sociales que “son los países ricos los que deberían promover, en calidad de ayudas, el desarrollo de las naciones pobres”; falsa premisa, porque si bien juegan parte importante los países con experiencia y buenas dosis de capital financiero, no hay mejores medidas que las que adopten los países pobres mediante sus propios esfuerzos para vencer a la pobreza y emprender los caminos del crecimiento.
Cuando se habla de desarrollo, no se debe hacerlo solamente en el campo de la economía; sino, en todo caso, abarcando todos los espacios, como son la educación, la salud, la cultura, factores más que importantes para entender las propias falencias y comprender la importancia del saber y hacer con base en los propios valores.
El desarrollo adquiere importancia si hay condiciones de buena salud, formación en principios y valores, conciencia de país y vocación por vencer las dificultades. Existe el desarrollo cuando se dispone de tres capitales importantes, como son el humano, el tecnológico y el financiero. Efectivamente, no es posible contar con dinero si no hay producción y, para ello, es preciso tener tecnología y capital humano con la debida educación, con la preparación técnica profesional en los rubros que sean explotados para crear riqueza y, consecuentemente, promover empleo.
En Bolivia, como en muchos países del Tercer Mundo, se cuenta con materia prima que es preciso industrializar; se posee reservas monetarias y préstamos aún no desembolsados para empezar acciones que permitan superar males de antigua data que seguimos arrastrando por décadas; por otra parte, se cuenta con universidades que podrían formar técnicos en varias disciplinas y, además, esas mismas instituciones pueden fundar institutos para formar técnicos medios.
Finalmente, precisamos preparar, en los países ricos y desarrollados, profesionales que adquieran más conocimientos y experiencias para aplicarlos luego en el país, porque así como la diversificación económica permite mejorar la economía, los profesionales con especialización pueden mejorar la preparación de los recientemente egresados y, sobre todo, formar técnicos medios especializados en cada rubro de la producción.
Lo más evidente es que se necesita inversiones, nacionales y foráneas y, mientras la Ley de Inversiones no sea completada con reglamentos, quienes querrían invertir en el país quedarán indefinidamente esperando la vigencia de un estado jurídico que garantice plenamente las inversiones para que se emprenda un desarrollo armónico y sostenido.
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