Hace más de dos años que los nuevamente reelectos gobernantes anunciaron su interés por construir dos nuevos edificios para la presidencia con el nombre de “Casa Grande del Pueblo” y otro para el Órgano Legislativo. El pasado 31 de octubre fueron firmados los contratos para la construcción del primero y que deberá ser entregado concluido el 22 de enero de 2016.
Si bien es cierto que el “Palacio Quemado” y el “Palacio Legislativo” resultan insuficientes para albergar a la crecida burocracia de la presidencia del Estado y del Órgano Legislativo, la construcción de nuevas edificaciones responde a esa situación, pero lo que preocupa a los entendidos en materia urbanística y a las instituciones cívicas paceñas, es el exagerado volumen que afectaría al centro histórico de la ciudad de La Paz.
La construcción del palacio de gobierno, dispuesta por el Presidente del Estado Plurinacional, se levantará sobre una superficie de 1.877 m2 y tendrá 29 pisos que rematarán en un helipuerto, con variados salones que podrán albergar hasta 1.012 personas, con oficinas, auditorios, etc., es decir una edificación a la altura del primer gobernante indígena y por ello tendrá -según sus diseñadores- un estilo tiwanacota o inspiración de esa cultura.
En un matutino local, en una nota de 1 de marzo, con el título de: “La Casa Grande del Pueblo romperá la armonía del centro histórico”, se hace mención a la demolición de una edificación que tenía la categoría de “patrimonial” en la calle Potosí y Ayacucho, para sobre ese terreno edificar el elevado palacio. Y se transcribe las opiniones de tres arquitectos, entre ellas del prestigioso profesional Juan Carlos Calderón, que hace importantes observaciones a esa obra que se encuentra ya en proceso de construcción.
La primera observación, que ya la hicieron diversas instituciones e incluso alguna autoridad del gobierno municipal, fue que de acuerdo con normas sobre construcciones en lugares donde existen edificaciones de carácter histórico y valor patrimonial, la altura de las edificaciones nuevas no puede pasar a las de esas edificaciones. Pero el nuevo palacio contiguo al actual y a la catedral, sobrepasa en cientos de metros de altura tal límite, afectando esas disposiciones. No olvidemos que cuando se construía un centro comercial al frente de la iglesia de San Francisco, se ordenó la demolición de algún piso que sobrepasaba la altura del templo.
Otra de las críticas que hacen los entrevistados y en especial el arquitecto Calderón, es que debe haber armonía entre las edificaciones de un área, en este caso del centro histórico de la sede de gobierno, pues la edificación palaciega afectará los vitrales de la catedral, impidiendo el ingreso de luz natural al templo, además del ingreso a esa voluminosa edificación por una calle angosta como es la calle Potosí.
Según nuestro criterio, coincidente con el de Calderón, lo más penoso es que la plaza Murillo dejará de ser el lugar de solaz de niños y ancianos, pues la sombra que proyectará el palacio en construcción hará de esta plaza un lugar sin sol, frío y desolado, agrediendo al medio ambiente natural que requiere todo espacio de recreación, como es una plaza y en este caso la principal del Estado.
El argumento para el despropósito arquitectónico, según los funcionarios del Fondo de Desarrollo Regional (FDR), se basa en el estilo andino y reflejaría los principios ancestrales de la cultura andina, argumento rechazado por los otros profesionales consultados que defienden la memoria histórica de la ciudad de La Paz.
Lo cierto es que los paceños nos alegramos porque se haga inversiones en nuestra ciudad y departamento, pero que éstas respondan a nuestra cultura mestiza y a la racionalidad, por encima de los deseos de trascender históricamente con obras millonarias, cuando las necesidades del pueblo son otras.
Las observaciones hechas oportunamente, no fueron escuchadas por los proyectistas y los de tal Fondo encargado del proyecto, lo que llevó al arquitecto Calderón a definir a esa obra como: “el siniestro poder de la ignorancia”, por la imposición del diseño arquitectónico del palacio.
Con los 288 millones que se invertirá en la construcción se podría edificar más de un palacio, con mejor diseño estético y sin agredir al medio.
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