La noticia de perfil
Hace dos días, mi socia periodística me sorprendió con la pintoresca noticia de que el gobierno del Estado Plurinacional y Folclórico había creado el “Día del acullicu”, en reconocimiento a las virtudes de la hoja milenaria a la que algunos fanáticos llaman “la hoja sagrada”, como aquéllos que aprobaron la Constitución Política del Estado a topatolondras.
Ante el anuncio de la cholita periodista no pude menos que decirle que me trajera una coca, orden que cumplió la traviesa cholita, ofreciéndome una Coca Cola, bebida que rechacé por estar prohibida en mi dieta normal.
Iniciando nuestro diálogo periodístico, pregunté a la cochalita (bambina cochabambina) qué le parecía la disposición gubernamental acerca del “día de acullicu”, respondiéndome con espontaneidad: “me parece un pintoresco disparate y más aún en unas fechas tan cargadas de problemas no sólo para quienes manejan el timón de esta barcaza que navega sin rumbo, como lo prueba el caso de un préstamo ultra millonario del Banco Mundial a Bolivia, que pagarán nuestros nietos y que ahora es elogiado por nuestro Presidente Vitalicio, quien antes se ufanaba de ser enemigo de la entidad crediticia mundial y ahora le tiende la mano al gobernante”.
Pero volvamos al “Día del acullicu”. Pregunté a mi colaboradora si ella había “acullicado” alguna vez en sus lejanas tierras de Quillacollo, a lo que respondió sin vacilar que nunca había acullicado, pues la famosa hoja sagrada de los Incas pintaba verde sus dientes y sus labios; sonriéndome a continuación y enseñándome su perlada dentadura.
Ese retorno mental a las épocas del Incario (quinientos años de retroceso) preocupó a la progresista cholita hoy convertida en periodista, quien me comunicó sus temores de que cualquier día de estos podríamos despertar con la revolucionaria noticia de que el actual gobierno nos ordenara el retorno a la ojotas, primitivos calzados que utilizaron los descendientes del Imperio incaico. Tuve que decirle a mi elegante comadritay que todo podría suceder en estos tiempos en los que no sabemos si marchamos hacia adelante o hacia atrás, si vamos en pos de créditos del Banco Mundial y haciendo el “acullicu” en sus antesalas y pasillos.
Como colofón de nuestra conversación periodística nos reímos un poco del “Día del acullicu” y de todos aquellos despistados que no saben si macharán hacia el aprovechamiento de la energía nuclear o hacia la celebración de un homenaje a esa hoja milenaria de la cual extraemos la cocaína que enriquece a los narcotraficantes y castiga a nuestra juventud y a nuestra niñez, mientras sus frutos económicos favorecen a unos pocos que a tiempo de gobernar nos dicen “hoy celebraremos el Día del acullicu”.
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