Proclamaciones no deben alterar la vida del país

La comunidad nacional nunca ha condenado que candidatos a diferentes cargos realicen campañas, hagan conocer sus intenciones y programas, ocupen, hasta en exceso, prensa y canales de televisión y hagan presentaciones personales; todo ello es parte de campañas en busca de votos; pero…

Lo censurable y nada prometedor para los candidatos es que se altere la vida de las comunidades asentadas en ciudades y pueblos con el uso y abuso de avenidas, calles y plazas, obstaculizando el tránsito de personas y vehículos.

Los candidatos, especialmente del oficialismo, no consideran los derechos de la colectividad que debe cumplir actividades, trasladarse de un punto a otro, de trabajadores que deben acudir a sus sitios de trabajo, de amas de casa que deben desplazarse a mercados y otros sitios; para las multitudes que se organizan y que acuden, “masiva y voluntariamente” a esas marchas, el problema no debe ser agradable porque tienen que acudir desde tempranas horas y esperar mucho tiempo para que la “marcha” se inicie y, en medio de vítores y griteríos -que nadie entiende- expresen apoyo a candidatos dispuestos por “el partido”.

Hay feriados, domingos y hasta sábados en los que se proclama a candidatos, se expanden voceríos y se ocupa sitios destinados a la población y, como ocurrió el sábado 28 de febrero, la zona sur de la ciudad de La Paz se vio invadida por centenares de “partidarios” que ocuparon hasta los mínimos espacios, sin dar lugar a que las personas cumplan sus deberes y obligaciones, desviaron las rutas de vehículos, inclusive con la ayuda muy diligente de policías, y anarquizaron totalmente la ciudad.

Es extraordinaria la petulancia y soberbia de los candidatos que creen tener el derecho de perturbar la tranquilidad de la colectividad al permitir que se organicen manifestaciones, marchas y bloqueos que obstaculizan la normalidad de ciudades y pueblos; es censurable, bajo todo punto de vista, la creencia de que el pueblo, en “honor a las elecciones”, deba soportar abusos de toda laya y vea resignado que todos sus derechos son pisoteados.

Quienes son candidatos a gobernadores, alcaldes, munícipes y otras autoridades deben tener en cuenta que las elecciones para elegirlos (no elecciones “subnacionales”) no deben ser pretexto para realizar actos reñidos con la prudencia, la mesura, el respeto y consideración que merecen las personas. Los partidarios marchistas, obligados por sus necesidades biológicas, utilizan parques, aceras y calles para sus urgencias.

Si los candidatos, creídos de que merecen tanta alharaca en proclamaciones, se sienten con los méritos necesarios, háganlos conocer, pero sin atentar contra los derechos humanos.