Fábulas: A todos los humanos
Gerundio
Algunos humanos sienten tanto amor y respeto por los animales que pueden hacer cualquier cosa para lograr que no se les niegue el elemental Derecho a estar vivos. Un compromiso así siente una abogada de la localidad, que no puede quedarse tranquila si llega a enterarse que algún animal está en peligro y aún puede hacerse algo para salvarlo.
Un día ella estaba haciendo cola en un Banco, cuando escuchó la conversa-ción de dos hombres que estaban detrás de ella. Uno le contaba al otro que hay un señor en la ciudad capital que quiere mucho a las aves de corral y tiene en su casa como 7 gallinas, cada una con muchos pollitos. Al escuchar aquello, la abogada sintió que su corazón se hacía pequeñito de ternura, imaginándose a esas bellas bolitas amarillas y suaves, correteando unos tras otros, peleando por un pedazo de cucaracha.
Estaba sonriendo imaginando el corre-corre de los pollitos cuando oyó al hombre decir: ¨-El problema es que ese señor no tiene condiciones apropiadas para tanta ave de corral y la Alcaldía lo multó la semana pasada porque en ese pequeño espacio están en peli-gro, la salud de los animales y la salud de las demás perso-nas incluyendo la de él mis-mo¨. Ella seguía oyendo aten-tamente y el hombre continuó hablando: ¨-Lo que dijeron fue que si el señor no se deshace de tanto pollo van a dar orden para sacrificarlos¨.
La abogada que escuchaba tranquila, al oír semejante amenaza no soportó más y de un salto, se volvió hacia el hombre y le dijo: ¨-Oiga señor, por favor, deme la dirección donde están esos pollos que yo voy para allá y hablaré con el dueño a ver si se les puede conseguir lugar en alguna parte-¨. Sorprendido por la intervención de la señora, el hombre quiso saber qué la interesaba tanto por salvar la vida de unos pollos. Ella le explicó que los animales tienen Derecho a vivir y a recibir trato respetuoso y digno por parte de los humanos, y que por más que ese señor quiera a los animales, no hace bien en tener tantos, si no cuenta con las condiciones y el lugar apropiados y su negligencia puede dar origen a una matanza inútil y cruel de las inocentes aves de corral.
Comprendiendo el hombre lo profun-do de las razones para respetar los Derechos incluso de unos cuantos pollos, le indicó el lugar. En cuanto salió del Banco, ella se fue directo para allá, habló con el señor y acordaron contac-tar familias conocidas por ellos, que residan cerca de la salida de la ciudad y que quisieran aceptar una gallina con todo y sus pollitos en cada casa.
La abogada y el señor se fueron ese mismo día y lograron ubicar a las aves, salvando así un gran número de pollitos que desde ese entonces tendrían condi-ciones para vivir dignamente.
Moraleja: Siempre debemos elegir la alternativa que más dignifique, tanto a los animales como a nosotros, los humanos. ARGENPRESS
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