•Ciclistas recorrerán 8.000 kilómetros en 12 meses, quieren completar una ruta que iniciaron hace 10 años esta vez junto a sus hijos.
El sueño inició como una aventura de pareja en 1994 cuando Joao Gonça Fonseca y su enamorada en aquel entonces Valérie decidieron dar la vuelta al mundo en bicicletas, sin embargo por distintos percances de la vida, en aquella oportunidad sólo llegaron hasta Asia. En junio del año pasado decidieron retomar la travesía, esta vez junto a sus dos hijos, Yacha de 11 y Sinaí de 9. La familia hizo una parada en El Diario para contar lo que es la vuelta al planeta Tierra sobre dos ruedas.
TRAVESÍA
De oficio profesor, además de trabajador en una empresa de bicicletas, Joao Gonça cuenta que cuando enamoraba, con la que ahora es su esposa, decidieron hacer un viaje por el mundo. “No teníamos muchas preocupaciones sólo éramos los dos entonces decidimos lanzarnos a la aventura. En aquella oportunidad salieron de una cuidad en Suiza de donde Válerie es originaria y llegaron, en dos años hasta Asia. Se nos acabó las previsiones, además de otros inconvenientes, y fue por eso que decidimos volver”.
Hoy con mayor experiencia y entusiasmo decidieron retomar el viaje. En esta oportunidad la ruta es Sudamérica, América central y Norteamérica. “En junio del año pasado fuimos a una de las empresas que auspicia este nuestro viaje con las bicicletas para hacer la medida respectiva y luego no tener inconvenientes con nuestro trasporte. Vendimos nuestra casa, vehículos y todo lo que teníamos para luego equiparnos y emprender el viaje”.
El pasado 15 de septiembre partieron de Estremoz, Lisboa. Pasaron por la escuela de Estremoz, donde sus hijos Yacha y Sinaí acudieron una semana, y ahora continúan sus materias vía on line, además de que son instruidos y asesorados por su padre. “Nuestra primera semana de viaje aún estábamos desorganizados, no sabíamos dónde estaban las cosas para la lluvia o el viento teníamos que sacar todo el equipaje y pasaba lo mismo para armar la tienda y además de que íbamos lento para no cansar a los niños” agregó. “Ya después nos organizamos mejor y las cosas se hacían más fáciles conforme pasaban los días”.
Luego abordaron un avión rumbo a Sudamérica, el primer destino Brasil, seguido de Paraguay, Uruguay, Argentina, Chile hasta llegar a Bolivia. Han pasado seis meses y han recorrido al menos 4.200 kilómetros.
Entre los lugares que recorrieron no quisieron hacer énfasis en sus favoritos, pues creen que todos son maravillosos y en todos han sido recibidos de manera extraordinaria. “Algunos nos trataban como de su familia, por ejemplo en Oruro, una familia incluso preparó un asado de llama que encantó a mis hijos. Al llegar al Salar, Sinaí me dijo que tenía miedo pues veía el agua y pensaba que iba a hundirse porque iba a caminar sobre sal pero cuando nos vio en medio de ese cristalino paisaje nos siguió y gritaba: ‘papá estoy pedaleando en el cielo… mírame’”.
El siguiente destino es Peru, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, México, Cuba y Estados Unidos de donde luego nos embarcaremos en un bote rumbo a Portugal.
Gonça Fonseca indica que no tiene ningún objetivo particular en esta aventura sólo dejarles este recuerdo a sus hijos: “Simplemente la aventura, tal vez ser recordados por algo, pero más que todo es una enseñanza que quiero darles a mis hijos, para que puedan sobrevivir ante todo”. Agregó: “Hemos tenido que pasar frío y hambre; aprender a comer de todo, comida deliciosa o sólo cereales y legumbres pero todo esto es algo que quiero dejarles a mis hijos”.
Sin embargo no todo es malo para esos aventureros. Yacha cumplió 11 años en el trayecto y dice sentirse feliz de tener que conocer el mundo de esta forma. “He aprendido a valorar las cosas, ahora con mi hermano encontramos una rama y le damos una utilidad o un trapo y nos hacemos pelotas. Cosas así, nuestros juguetes o lugares de recreación ahora están en la naturaleza y nos gusta”, dice el hermano mayor.
Sinaí adquirió un pasatiempo en el trayecto, cada lugar que visita debe quedar sellado con un oso de peluche y cuando llegue a su tierra natal, Suiza, armará una colección con todos estos.
La madre, quien trabajaba en una tienda de costura, dice que admira mucho la valentía de sus hijos. “Al principio teníamos miedo de emprender la travesía, decíamos ‘vamos’ y a los pocos minutos cambiábamos de opinión, creíamos que no era una buena idea llevar con nosotros a nuestros niños, pero quien mejor que nosotros para cuidarlos, no importa al pie de una montaña o en las carreteras”.
En total la familia espera recorrer 8.000 kilómetros y cuentan sus experiencias con fotografías y descripciones de los lugares que visitan a través de su página web Pedalar devagar.com igual que Facebook donde sus amigos u otros viajeros con los que se encuentran les dan buenos deseos y fuerzas para seguir su camino.
Los cuatro agradecen a los bolivianos que los acogieron, se montan en sus bicicletas y maravillados con la ciudad del Illimani apuntan a su próximo destino, Copacabana para luego pasar a Perú.
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