La noticia de perfil
Asumiendo su rol de pariente espiritual, mi comadre Macacha me preguntó hace algunos días cómo celebraríamos el Día del Padre, aclarándole que el famoso día es una invención de los comerciantes, pues el 19 de marzo la Iglesia honra a San José, venerable anciano que desposó a la Virgen María y que nunca fue padre, enseñándonos los textos sagrados que el santo viejecito asumió la paternidad de Jesús y ejerció las labores de humilde carpintero.
Ante mi fría exposición, la cholita cochabambina quedó un poquitín frustrada, pero como las cholas nunca pierden y si pierden arrebatan al mero estilo de Jalisco, hizo a un lado mis argumentos y me dijo: “el jueves es el Día del Padre en homenaje a San José y yo prepararé una ‘gran fiesta gran’ en honor a mi compadre Paulino Huanca, que es el padre de cuatro hijos y cariñoso abuelito”, como se acostumbra decir en los avisos necrológicos.
¿Quién puede oponerse a la determinación de una cholita nacida en Quillacollo y que asegura ser descendiente legítima de las Heroínas de la Coronilla…? Nadie, y menos yo, que siempre he sido y soy débil ante las polleras, sean éstas españolas o cochabambinas.
Mi comadre me explicó que al darse cuenta de que no me gusta la celebración de fiestas en homenaje al Día del Padre, ella había resuelto preparar una fiesta en “la noche del Padre”, pues se hallaba convencida de que la noche me hace más feliz que el día, pues alguna vez le había dicho que “las cosas más importantes de la vida se hacen de noche, como el amor, los periódicos… y las salteñas”, antiquísimo pensamiento mío y cuya vigencia permanece.
En un periquete, mi comadritay organizó “la noche del Padre” y reunió en mi casa a mis parientes más renombrados, como ser: mis tíos Pelópidas y Huevastián, mi tío Salusterio (que vino “mamei”) a seguir diciendo “salud”, mi tía Semáforo (llamada así porque a partir de las diez de la noche nadie la respeta) y otros personajes familiares que me proporcionaron gran felicidad.
Luego de los primeros brindis en “la noche del Padre”, mi tío Pelópidas repitió sus desacuerdos con su hermano Huevastián porque le llamó en voz alta “mi hermano Huevas”, a lo que el aludido contestó indignado “¡No me llames Huevas porque mi nombre completo es Huevastián!”, produciéndose un altercado entre los dos hermanitos, que no llegó a mayores porque tuvo que intervenir mi comadre Macacha, organizadora de la fiesta.
Fue hermosa “la noche del Padre” aunque a las diez de la noche desapareció mi tía Semáforo, internándose en las calles de La Paz sin que ninguno de sus parientes más queridos pudiera retenerla en esta fiesta organizada y financiada por mi comadritay, quien de esa manera me quiso demostrar su generosidad y amistad, gastando su platita y confesándome en la oreja que su platita nada tiene que ver con los fondos que maneja la señora Achacollo, quien sigue presidiendo el directorio del Fondo Indígena.
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