Reynaldo Pacheco Álvarez
Para el cambio de paradigma del sistema educativo actual, los espacios donde se desarrolla el proceso educativo deberían ser de crecimiento personal y no como en muchos países de América Latina, sitios de aburrimiento y tedio, donde el maestro es como un tablero, dictando clases en pleno Siglo XXI, donde sólo importan conocimientos formales de los estudiantes, por lo que solamente los mejores tienen premios. Son lugares en los que el maestro dice: “Silencio o se quedan sin recreo”, “no quiero que vuele ni una mosca”, “si siguen hablando los voy a separar”, “agarren lápiz rojo”, “ahora se callan”, “abrir los libros”, “escriban con bolígrafo azul”, etc.
Todas estas expresiones no significan educación, sino adiestramiento, con una escuela como proceso mecánico, donde 30 niños y niñas tienen diferentes características, necesidades y no se puede pretender que aprendan una sola cosa al mismo tiempo. La autoridad que le dice al maestro(a) debes enseñar esto, lo único que hace es fabricar ciudadanos obedientes, cumplidores, no ciudadanos creativos, reflexivos, críticos frente a la realidad social en la cual vivimos. Pero no queremos docentes enseñadores, sino educadores, pues educar no significa qué debemos hacer y qué no debemos hacer o inhibir la creatividad.
“Los niños desde que nacen son creativos y para ello debemos darles la oportunidad de expresar su creatividad, a través de la comprensión, el amor, como acto de valor”. Aristóteles decía: “aprenden haciendo”, estamos hablando de una escuela activa. Jean Piaget manifestaba: “El niño se corrige, no importa si se equivoca, porque está aprendiendo” y en consecuencia la escuela se convierte en un espacio abierto de alegría, en familia, de comunicación permanente, de mucha tranquilidad, donde se comparte experiencias. La sabiduría infantil se caracteriza porque niños y niñas sienten, imaginan, actúan, comparten y son creativos. El estudiante controla su proceso de aprendizaje, elige, toma decisiones, si no puede avanzar en un área, puede en otra. “El agua busca por dónde pasar”, encuentra su propia dirección, al igual que el río busca su cauce. Dejemos que expresen sus capacidades según sus cualidades. Enseñar a pensar es el paradigma de nuestros tiempos.
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