Los gobiernos latinoamericanos surgidos del Foro de San Pablo, adscritos todos al Socialismo del Siglo XXI, han tenido un denominador común que los hermana: la corrupción. Así vemos cómo en Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador, Nicaragua, por cierto que Bolivia, y hasta los impolutos chilenos, han mostrado el rostro feo del saqueo, unos más que otros, naturalmente. Con excepciones, tienen algo más que los identifica: la prórroga, la determinación de no soltar el poder; y la incapacidad de gestión, la inutilidad administrativa. Todo esto lo podemos ver perfectamente cuando en nuestro país, el MAS empieza su décimo año de gobierno, dentro de un creciente descontento y descrédito, principalmente por la corrupción reinante y el prorroguismo.
Una bomba ha explotado en la cara de S.E. y del MAS cuando la Contraloría informó de las millonarias malversaciones que han ocurrido en el Fondo Indígena. En el momento en que se conocieron los montos, a la ciudadanía ya no le quedó duda de que este ha sido el gobierno más corrupto no sólo de la presente etapa democrática, sino de la historia de Bolivia. La lista de corruptelas es muy larga desde el 2006, pero que se hagan humo, en sucesivas operaciones, alrededor de 4.000 millones de bolivianos – más de 500 millones de dólares – ya es inaudito. Y que nadie sea responsable ni haya visto nada, no se concibe en una nación tan pobre como la nuestra donde “panfletearse” 500 millones (nuevo verbo masista) tiene que figurar en las cuentas nacionales.
La monumental “panfleteada” de unos indígenas que les han robado a otros (hermanos y hermanas que les escamotean a otros hermanos y hermanas) coincide con las elecciones para gobernadores y alcaldes, cuando precisamente los candidatos oficialistas no están dando la talla. La amenaza de perder en La Paz y Santa Cruz, tiene fuera de sí al MAS, en momentos en que ni siquiera ha servido la admonición de que no le darán ni un centavo a un futuro gobernador o alcalde de la oposición. Lo dijo y lo gritó, con estudiados giros hitlerianos, el Vice, naturalmente que coreando a S.E.
De ser así, el Gobierno no tendrá relaciones con ninguna autoridad importante en La Paz, ni en El Alto ni tampoco en Santa Cruz. Además de Tarija, que ahora pedirá explicaciones por el despilfarro de las cuentas del gas con la sorpresiva paliza que va a dar Rodrigo Paz Pereira en la capital chapaca y seguramente de Oliva en el departamento. Y ni qué hablar de la ciudad de Cochabamba donde el dolor de muelas presidencial será atroz. Y en Chuquisaca y Oruro que presenta un panorama incierto siempre que esos lugares no quieran “panfletear” votos.
En estos momentos (jueves) se está jugando la suerte de Ernesto Suárez y Moisés Shiriqui en el Beni. Sabe S.E. que en el Beni no va a ganar, así se lo haya prometido de rodillas el ministro de la Presidencia, Quintana. Es por ese motivo que la intención de inhabilitar ambas candidaturas al quitarle la personería jurídica a UD es prioridad para el Gobierno, aunque las consecuencias sean funestas. Al ser prioridad para los masistas, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) las estará pasando negras para justificar un boicot más contra la democracia. Pero sería un milagro que el TSE no le diera gusto a sus mandantes, porque las represalias del MAS suelen ser dolorosas.
No obstante, a la trampa beniana tendida por el MAS, convencido de perder el departamento y sus más importantes ciudades, se agrega que el Gobierno ha hecho un derroche de recursos impresionante. La utilización de los bienes públicos por parte de S.E. se la puede calificar como de una completa desfachatez y falta de respeto con quienes le dieron su voto. Esto ha sido algo nunca visto, realmente. Sólo una nación boyante o demasiado irresponsable puede permitir que sus autoridades – el jefe de Estado en especial – dejen sus tareas de gobernantes para pasarse semanas enteras trasladándose de un lugar a otro, gastando dinero a manos llenas, para promover a sus alicaídos candidatos y embarrar a sus adversarios.
En Santa Cruz se ha dado un tácito acuerdo de no agresión entre Costas y Percy, que es suficiente y muy saludable para los cruceños, con lo que la plaza podrá curarse de las infecciones y llagas producidas en las elecciones presidenciales octubre pasado. La fugaz alegría de los masistas, que celebraron con petardos y cohetes un engañoso triunfo en Santa Cruz, les va a durar muy poco, porque ahora será el pueblo cruceño quien con su voto ponga las cosas en su lugar y festeje merecidamente la unidad frente al engaño demagógico e interesado de quienes nos adulan cuando vienen a la CAINCO o la FEXPO y nos hacen trizas en el Palacio Quemado.
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