La “corrupción apesta”, dijo ayer el papa Francisco, utilizando una palabra del argot, al hablar en el barrio marginal de Scampia, una de las nueve etapas de su visita de un día a Nápoles, la gran ciudad del sur de Italia.
“Ninguno de nosotros puede decir ‘nunca seré corrupto”, agregó Francisco, al advertir de que cada uno corre el riesgo de “caer en la corrupción y deslizarse hacia la delincuencia”.
Francisco lanzó esa dura advertencia sin hablar directamente de la mafia, en ese barrio marginal emblemático de los grandes problemas sociales de Nápoles, donde la Camorra, una organización criminal, está muy implantada.
“Los que transitan la vía del mal, roban un pedazo de esperanza, a sí mismos, a la sociedad, a mucha gente honesta, a la buena reputación de la ciudad, a su economía”, dijo el Papa.
“La corrupción apesta, la sociedad corrupta apesta, como apesta un animal muerto”, insistió Francisco en la plaza Juan Pablo II del barrio de Scampia, bautizada así en homenaje al Papa polaco, que la visitó en 1990.