Un viejo refrán del leguaje político que sostiene: “Siembra nubes, cosecharás tempestades”, siempre se confirmó como una ley sociológica en el desarrollo de la vida de las sociedades contemporáneas. Esos mismos conceptos se cumplieron también más de una vez en el devenir de los acontecimientos sociales de nuestro país, con consecuencias calamitosas o de grandes resultados.
Dicha sentencia podría aplicarse con ventaja en las actuales circunstancias electorales que enfrenta el país, en relación con la extrema medida del Tribunal Supremo Electoral que de una dedazo anuló la participación en las elecciones de candidatos de una tienda partidaria para autoridades en el Departamento de Beni, importante centro económico y político en el panorama nacional.
En efecto, si bien la disposición del Tribunal tendría algunos aspectos superficiales aceptables (ya que las apariencias siempre engañan), en el fondo contendría consecuencias imprevisibles que podrían rebotar contra la cabeza de sus autores, igual que las conocidas por el arma conocida como “bumerang”.
Las lecciones históricas son importantes de considerar. Por ejemplo, en 1951, las elecciones nacionales las ganó el candidato opositor (Víctor Paz Estensoro, del MNR), victoria que fue anulada de un plumazo por el gobierno de entonces (Mamerto Urriolagoitia) quien, además, renunció a la presidencia de la república para delegarla por decreto a una Junta Militar encabezada por el general Hugo Ballivián.
La disposición gubernativa si bien tuvo la apariencia de oportuna para eliminar el “peligro” del ganador de las elecciones, en el fondo constituyó un error monumental de tales consecuencias que precipitó la insurrección popular del pueblo de La Paz el 9 de abril de 1952 y la consecuente llegada al Poder del candidato que ganó la votación de 1951, así como la aplicación de medidas que estaban mucho más allá de los más optimistas previsiones, como la nacionalización de la gran minería del estaño, la reforma agraria, el voto universal, por citar sólo las más importantes.
Al presente, el Tribunal Supremo Electoral, sin medir las consecuencias y al parecer enceguecido por el triunfalismo oficial, así como por el temor a una victoria opositora, procedió a dictar una Resolución precipitada muy parecida a la de 1951, es decir “sembrar nubes, para cosechar tempestades”, para provocar, finalmente, trastornos de alcances increíbles que, en vez de afectar a los opositores, terminarían por producir la desventura de quienes la aprobaron.
La sentencia dictada para el Departamento de Beni por el TSE ha producido una reacción de proporciones más grandes que las esperadas, pero su alcance no fue de nivel beniano sino de proyecciones nacionales, pues todo el mundo electoral y los partidos participantes en ese acto plebiscito se han visto profundamente afectados y cuyas reacciones no sólo se manifestarán en las urnas el siguiente domingo, sino también con posterioridad, como enseñan las lecciones de la historia, que cuando no se las toma en cuenta producen efectos muy poco deseados.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |