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Son muchos los bolivianos que se han sentido frustrados con la decisión del Tribunal Supremo Electoral que inhabilitó al partido puntero del Beni, Unidad Demócrata, en momentos en que su candidato Ernesto Suárez era delantero en la carrera por la gobernación del departamento (35% vs. 33% del candidato oficial Alex Ferrier, en una de las encuestas más recientes). En todo el país han surgido cuestionamientos a la posición asumida por el Tribunal Electoral. Pretender ignorar este fenómeno es como querer tapar el sol con un cedazo.
La decisión drástica del TSE representa para muchos la pérdida de una oportunidad para desmentir la sensación de que sus miembros son piezas del poder gubernamental. Nadie puede discutir el hecho de que esa decisión priva a la segunda región más extensa del país de votar libremente este domingo que viene.
El precedente inmediato para esta crisis fue aquel desafortunado: “Voten por mis candidatos o…,” etc. No ha habido una rectificación contundente para ese propósito.
Inhabilitar al partido de Ernesto Suárez y de paso a otros 227 candidatos de su partido, se yergue como un revés muy grave para estas elecciones en las que el gobierno se juega mucho. En momentos en que todo anuncia una disminución masiva de los ingresos por exportaciones y el fin de las holguras financieras de los últimos años, obtener una victoria en las principales plazas departamentales es una necesidad imperativa para las autoridades.
Con las encuestas como intérpretes, la perspectiva de una victoria así era desalentadora ya antes de la decisión del tribunal electoral. Ahora luce sombría. Los afectados no son sólo el grupo de dirigentes que encabeza el ex gobernador Suárez. Además de la credibilidad del propio Tribunal Electoral, han quedado en el desierto el partido de gobierno y su candidato a la gobernación beniana. ¿Con qué cara votarán sus partidarios después de una jugada vista cuando menos como desproporcionada?
La misma perplejidad se presenta ante los que supuestamente se beneficiarán del desconcierto que ha cundido en Unidad Demócrata. Es un error creer que sólo por el hecho de representar una opción opositora al gobierno del presidente Morales sería fácil transferir las simpatías del líder beniano y su partido a NACER. De esa agrupación surgió la iniciativa que remató en la inhabilitación de Suárez y de todos los demás candidatos de Unidad Demócrata. Lo mismo vale cuando entra a esta ecuación el MNR y sus dirigentes benianos, a quienes los partidarios de Ernesto Suárez solían ver más próximos del partido de gobierno que de la oposición.
Tragar sapos y culebras es una tarea desagradable que a menudo practican los políticos en todo el mundo. Ahora el plato está servido masivamente para ambos lados Si se ha querido anular a un líder emergente, se lo ha potenciado. Suárez y su partido han crecido en notoriedad nacional. El gobernador beniano ha trascendido los límites regionales y se ha proyectado a todo el país. Más grave todavía: ha puesto la factura a nombre del presidente y como garante al partido de gobierno.
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