La noticia de perfil
Estuve a punto de quejarme ante el mundo por la parcialidad del Tribunal Supremo Electoral a favor del Gobierno actual y así se lo hice saber a mi socia periodística, pero la perspicaz cholita cochabambina me dijo: “todas las protestas contra tal Corte no llegarán más allá de nuestras montañas y por ello es preciso salir de este encierro y gritarlas al mar…”.
Perplejo ante sus palabras que me parecieron enigmáticas, pregunté a mi comadre qué me proponía y ella respondió: “vámonos al mar, compadre y en vez de llorar sobre las aguas, digámosles nuestro clamor para que todo el mundo se entere de que vivimos bajo un régimen autoritario”.
Todavía sin columbrar sus planes, le rogué mayor claridad en su propuesta.
“Muy sencillo, jefecito, en vez de desfilar por nuestras calles recordando a Eduardo Abaroa, vámonos hasta las costas del Pacífico, o sea: vámonos a Arica porque esperar que el mar vuelva otra vez a Bolivia me parece muy lejano…”.
Enseguida y casi por ensalmo, Macacha hizo aparecer mi motocicleta Harley Davidson para llevarme hasta Arica, donde podríamos contarle al mar nuestras penas y nuestras aspiraciones.
Cuando una cochabambina se propone, no hay fuerza que la detenga y fue así que en pocas horas aparecimos en Arica, junto al mar, para contarle al mundo que las próximas elecciones subnacionales serán dirigidas por una Corte Electoral cuyo presidente confunde “votos” con “botas” y “plurinacional” con “plurinominal”, e inhabilita los derechos electorales a más de un centenar de candidatos opositores en el Departamento de Beni; amén de otras actuaciones irregulares e ilegales.
Al escuchar nuestras quejas y protestas, las aguas del mar Pacífico las difundieron a través de sus aguas hermanas de los siete mares del mundo.
La cholita nacida en Quillacollo me propuso sumergirnos en las aguas del añorado mar y yo -con mucho temor y cuidado-metí mis pies en las aguas frías del Pacífico, pero la audaz cholita sin despojarse de sus polleras y enaguas, ni de su manta y sombrero, se lanzó mar adentro, mientras los playeros del lugar la contemplaban admirados y comentaban entre ellos: “es una cholita boliviana que reclama su derecho al mar…”.
A los pocos minutos, braceando diestramente retornó la cochala a la playa para secar al sol su típica vestimenta.
Mi comadre causó sensación en las playas de Arica explicando a los curiosos que la rodeaban que había aprendido a nadar en las turbulentas aguas del Rocha River turbión, mientras yo, dichoso, con mi pediluvio, relataba a las aguas del mar que las próximas elecciones en Bolivia se hallan dirigidas personalmente por el mismo Presidente Vitalicio de Bolivia, quien nunca ha perdido una sola elección.
Todos los bolivianos marcharon en las ciudades, pero mi comadre Macacha me llevó hasta el mar para contarle mis tribulaciones.
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