Jhonny Oswaldo Callisaya Apaza
Se cree que cuantos más títulos, certificados y/o diplomas tenga una persona, más méritos tiene y es competente; pero en nuestra realidad no ocurre eso. En Bolivia los méritos personales no son coherentes con la formación, vocación y compromiso social del profesional. Algunas personas con muchos méritos no demuestran esas capacidades y aptitudes necesarias para resolver problemas o cumplir con tareas específicas; pero son muy requeridas para optar a cargos. Llamamos a este fenómeno “meritocracia”, por la cual los títulos o cartones pesan más que la formación profesional y vocacional.
En nuestro país, cada vez hay más propaganda de cursos de capacitación y profesionalización y con muchas facilidades para ingreso y culminación de estudios. Muchas instituciones públicas, privadas y de convenio ofrecen cursos de capacitación y profesionalización a corto y mediano plazo, tanto en el área técnica como humanística, desde los cursos de capacitación o seminario hasta un posgrado. Muchas de estas instituciones, incluidas las universidades, ofrecen beneficios y facilidades para que las persones opten por estos cursos, como bajos costos, becas, descuentos, promociones de ingreso (dos por uno), doble titulación, cursos a distancia, flexibilidad de horarios, días alternativos (fines de semana), entre otros, haciendo que las personas opten por uno de ellos.
Este tipo de ofertas ha hecho que muchas personas tomen los cursos y tengan cartones por doquier. Por eso hoy se observa a muchas personas que tienen uno o más títulos de licenciatura, de técnico, diplomado o maestría. Este fenómeno hace que muchas personas aprueben el curso por aprobar y sin recibir la capacitación y/o formación necesaria. Es tanta la flexibilidad de algunas instituciones, que permiten que los participantes asistan sólo algunos días o simplemente se presenten en los exámenes, siendo así una capacitación o formación mediocre, pero sus hojas de vida llevan el peso del mérito personal y profesional.
Hoy pesan más los méritos que el desempeño práctico, con excepción de algunas instituciones o empresas que piden experiencia profesional; aunque también se ha vuelto sencillo conseguir certificaciones de experiencia laboral, pero este no es el punto. Lo que me preocupa es que, ante la postulación de un cargo, siempre ingresa el que tiene un mayor currículum, sin saber el desempeño y compromiso de la persona. Cuando digo compromiso, me refiero a los deberes profesionales, porque existen muchos profesionales con bastante trayectoria, buenos en su profesión, pero que únicamente se dedican a ganar dinero, dejando de cumplir sus obligaciones con la sociedad. Por eso la meritocracia no resolverá las necesidades de nuestra sociedad.
Entonces, la educación de nuestros futuros profesionales debe estar enfocada más al desempeño profesional y vocacional. Porque, de qué nos sirve tener ingenieros, con cursos de posgrado, cuando el técnico es más efectivo en empresa; o tener catedráticos con alto nivel profesional que no pueden hacer entender una clase como lo haría un auxiliar de docencia. Nuestra sociedad necesita profesionales y personas preparadas para afrontar diferentes problemas y que puedan proponer alternativas de solución para nuestro desarrollo como sociedad. Para ello debe haber cambios en nuestra educación, donde se desarrolle y valore más la formación, la vocación y el compromiso, que la obtención de títulos.
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