Chile no cambió ni tiende a cambiar

En el marco de los acuerdos internacionales, asumidos en reuniones multilaterales, en diferentes ocasiones, Bolivia interpuso la demanda marítima, en La Haya, exigiendo a Chile una solución de buena fe a su centenario encierro geográfico, provocado por él, en 1879.

Por consiguiente Bolivia tomó la vía del recurso legal, en los estrados de la Corte Internacional de Justicia, secundada por el espíritu de aquellas decisiones históricas que orientaron, alentaron e iluminaron la solución pacífica de los conflictos entre naciones.

“Todos los miembros de la Liga convienen en que si surgiere entre ellas algún desacuerdo susceptible de conducir a una ruptura, lo someterán sea al procedimiento de arbitraje o a una decisión judicial o al examen por el consejo”, señala el Tratado de Paz entre las Potencias Aliadas y Asociados y Alemania, firmado en Versalles el 28 de junio de 1919. Éste fue ratificado por el Gobierno de Bolivia, mediante Ley de 21 de noviembre de 1919, y puesto en vigencia el 10 de enero de 1920.

Empero Chile siempre ha ignorado las determinaciones de esta índole, no obstante que en muchas circunstancias aprobó, con su puño y letra, tales pronunciamientos de carácter internacional. Ahora, sin ir muy lejos, argumenta, a fin de desvirtuar la demanda marítima que radica en el Tribunal de la Organización de Naciones Unidas, que Bolivia busca violentar tratados al haber recurrido a esa instancia. Es un falaz, débil e inconsistente criterio chileno.

Y es que el vecino parece que no es partidario de una solución pacífica, dialogada y consensuada, en el conflicto que enemista a Bolivia y Chile, sino que pretende salir, como de costumbre, con lo suyo, es decir poniendo oídos sordos ante el clamor boliviano para lograr una salida libre, útil y soberana al Pacífico. En resumidas cuentas exige la restitución de su Derecho.

La historia nos corrobora que Chile, en consonancia con sus intereses expansionistas y afanes de apropiación indebida de nuestros recursos naturales, desestimó la intervención de la Liga de las Naciones, en el conflicto boliviano - chileno. Fue el ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, Alberto Gutiérrez, en informe ofrecido a la H. Convención Nacional, en sesión reservada, el 28 de noviembre de 1921, quien afirmó que “Chile había alegado que la Liga de las Naciones no puede destruir lo consagrado por los tratados” (Jorge Gumucio Granier: “El enclaustramiento marítimo de Bolivia en los foros del mundo”, 1993, pág. 308).

Asimismo Chile, en la década del 80, “reiteraba que no concedía competencia a la OEA ni a ningún organismo internacional para tratar este tema, pues la aspiración marítima de Bolivia tenía estrictamente un carácter bilateral. Y afirmaba que no podría aceptar bajo circunstancia alguna ningún acto que afecte su soberanía e integridad territorial”, anota el autor mencionado en la página 196 de su libro.

Hoy Chile pretende actuar de la misma manera, al tratar de objetar a la Corte Internacional de Justicia, con asiento en La Haya, en el tema de la demanda marítima boliviana.

En suma: Chile no ha cambiado ni tiende a cambiar en definitiva.