De la “incanización” a la colonización del Collasuyo

Quedó establecido que hace unos mil años el actual territorio del altiplano que hoy ocupan Bolivia, el norte de Argentina y el sur de Perú (entonces conocido como Collasuyo) se fue conformando como una nacionalidad, cuya sociedad fue pasando, en medio de diversas dificultades, de la organización comunitaria primitiva a la comunidad rural. En esas circunstancias, hacia el año 1300 desarrolló con rapidez la nacionalidad quechua, formó un Estado fuerte y empezó una etapa expansionista a partir del Inca Pachacutic (1400).

Enseguida los incas Túpac Yupanqui y Huayna Cápac dominaron totalmente la región del Collasuyo y procedieron a la “incanización” militarizada de un territorio de unos seis a ocho millones de kilómetros cuadrados con unos cinco millones de habitantes agrupados en alrededor de 25 etnias, todas ellas aymaras. La expansión física se produjo tanto por la violencia como por vías de negociaciones diplomáticas y mediante los llamados “mitimaes” que terminaron imponiendo un nuevo sistema a la región.

La “incanización” consistió en la imposición de un sistema de dominio económico y político, por medio del cual la población fue obligada a cumplir las imposiciones extranjeras y aceptar el orden económico-político del Estado incaico. Al mismo tiempo, la incanización impuso el sistema extractivista del saqueo de materias primas de minerales preciosos (oro, plata) y productos agrícolas. Se impuso también el tributo del cien por ciento a la producción agropecuaria. Los pueblos incanizados estaban privados de toda libertad, no podían retornar a sus tierras de origen e inclusive se les prohibió el uso de su propio idioma para utilizar, en cambio, el quechua.

Ese sistema duró alrededor de cien años (1400-1550) hasta la llegada de los conquistadores españoles que cambiaron el régimen incaico y establecieron uno diferente. En efecto, los conquistadores españoles en primer lugar liberaron a las poblaciones sometidas, permitiéndoles libertad de movimiento, culto, uso de su idioma, libertad para retornar a sus tierras.

Al mismo tiempo, la colonización española estableció el uso del dinero, la propiedad privada, el trabajo pagado en efectivo y, en especial, rebajó el impuesto del cien por ciento al ¡diez por ciento! La nueva política económica (semi liberal) recibió el apoyo de las masas indígenas y el Estado incaico se derrumbó fácilmente para ser sustituido por el nuevo, el español, en especial en el Collasuyo que empezó a denominarse Charcas y después Alto Perú. Comenzó, entonces, recién, la colonización que creó un régimen diametralmente diferente a los que habían existido hasta entonces, en especial el establecido por el Imperio incaico.

Por el nuevo régimen la población del Collasuyo obtuvo su liberación del dominio totalitario de la incanización. La colonización trajo, además, nuevas culturas, religión, costumbres, educación, el libro, así como la rueda, pólvora, trigo, árboles frutales diversos, el arado de bueyes, el caballo, oveja, cabra, vid, olivo y, en general, nuevas tecnologías, como la metalurgia avanzada, entre otros.

Se produjo, por consiguiente, un “salto” histórico importante que, a lo largo de los siglos siguientes, fue adquiriendo características diversas. Así, la incanización fue sustituida por la colonización, cuyas características deben ser estudiadas de forma concreta y al margen de falsas lecciones de historia.