Nuestra historia ha demostrado muchas veces la poca o ninguna atención e importancia que se ha dado a la agricultura; se ha creído, hasta ingenuamente, que “estando la minería en explotación, no hay peligros graves para la economía”; falso criterio que nos ha sumido cada vez más en mayor pobreza y dependencia. Una de las mayores limitaciones que tuvimos como país es la poca importancia que se dio en el pasado, y aún se da en este tiempo, a la explotación agrícola, algo que genera problemas encadenados desde la dependencia en alimentos hasta la dependencia económica.
Nuestros gobiernos no han querido, o no han podido, entender que la mayoría de los países desarrollados deben su situación a la importancia e impulso que dieron a la agricultura porque de la explotación tradicional pasaron a la mecanización, luego a la producción en gran escala y, finalmente, a la agroindustria que siempre se mantuvo en permanente expansión.
Es evidente, por otra parte, que esos países desarrollados han dado preferente atención a la educación y, en gran forma, en las áreas agrícolas, se dio lugar importante a la capacitación y entrenamiento de los agricultores, habida cuenta que sin esos factores, esa población del campo no podía acceder ni usar y menos manejar herramientas, abonos, maquinaria, instrumentos de cosecha, etc.
Creadas las condiciones, en esos países -lo que no sería difícil o imposible alcanzar por parte nuestra- dieron lugar a ambiciosos proyectos que crearon condiciones apropiadas para un permanente crecimiento y mejora de la calidad y cantidad de la producción. Posteriormente, a más de cubrir las necesidades internas, incursionaron en la exportación.
La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha expresado muchas veces que naciones del Tercer Mundo tienen la opción más factible en la agricultura, algo que serviría para enfrentar cualquier crisis; por ello, la reactivación económica no será sino se aprovecha el potencial agrícola. Esto implica que se debe dar importancia a la agricultura mediante la educación, la mecanización, hasta llegar a la agroindustria.
Actualmente se cuenta con variada producción, especialmente en el oriente del país, que ha llegado a la mecanización y la agroindustria. Lo que corresponde es activarla mediante planes de apoyo, créditos blandos y a largo plazo para ampliar y mejorar instalaciones y producción. El Gobierno y la actividad agrícola y agroindustrial tienen que caminar hacia el desarrollo mediante unión de fuerzas, alejándose de posiciones mezquinas o conveniencias sólo regionales y hasta situaciones político-partidistas que lo único que hacen es frustrar todo buen proyecto. La agricultura puede y debe ser factor importante para solucionar cualquier tipo de crisis.
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