Domingo de Ramos (y de votos)

Con la inocencia que me caracteriza llamé a mi reportera cochabambina y le dije: “hoy se celebra una ‘fiesta democrática’ en nuestro país, pues todos los ciudadanos estamos convocados para elegir libremente a nuestras autoridades departamentales y locales (menos en el Beni), y a usted -como periodista- le corresponde informar acerca de un hecho que formará parte de nuestra Historia…”.

Ante esta advertencia tan solemne, la cholita lanzó una sonora carcajada para luego decirme: “no se olvide, compadrituy, que está hablando con una chola hecha y derecha que sabe que hoy es Domingo de Ramos, suceso más importante que unas elecciones plagadas de mañas e irregularidades…”.

Quise explicar a mi discípula que es una simple coincidencia la celebración de ambos sucesos en el mismo día, pero la maliciosa cochalita me dijo: “no hay casualidades para Evo Morales y si él dispuso la realización de elecciones en un Domingo de Ramos, fue para evitar el ingreso de Jesús en nuestra ciudad como nuestro Dios y Salvador”.

Saliendo del terreno de las suposiciones, quise ordenar las actividades periodísticas de mi pupila, pero ella se anticipó y me dijo: “Ya soy grandecita para estar recibiendo instrucciones sobre lo que debo hacer en este gran día: ahora mismo iremos al templo, a los pies de nuestro Redentor…”.

Como yo hago lo que me da la gana (siempre que mi comadre Macacha esté de acuerdo), fuimos al templo de Obrajes caminando, porque a la autoridad se le ocurrió prohibir la circulación de vehículos para preservar el orden electoral.

En la puerta del templo de Obrajes nos munimos de la palmas tradicionales, e imitando a los jerosolimitanos las echamos al paso de nuestro Dios evocado y montado en un humilde burrito que contrastaba con los briosos corceles que montaban los orgullosos conquistadores romanos.

Impresionada por la humildad de Jesús que paseó por las calles de Jerusalén montado en un burrito blanco, Macacha me dijo en la oreja que deberíamos haber alquilado un burrito parecido para el ingreso de Jesús a nuestra ciudad, pero yo le respondí en voz muy baja que pensé en alquilar al Presidente del Tribunal Supremo Electoral (ese que escribe Votos con “b” de burro), pero que hoy estaría muy ocupado. Después de cantar hosannas y aleluyas a nuestro Salvador fuimos a depositar nuestros votos al colegio electoral correspondiente, esperando fervientemente que éstos no fueran anulados o fueran fraudulentamente escrutados.

Sin embargo, lo mejor del acto electoral fueron unos chicharrones que nos ofrecieron en las cercanías; al concluirlos, mi comadre Macacha me dijo: “Como Evo dirá esta noche: ‘Esta fue una fiesta democrática”, refiriéndose a los chicharrones y no a la votación.