La Unidad Popular, liderada por Salvador Allende, dentro de sus objetivos declarados para “empezar la construcción del socialismo en Chile”, según Carlos Rossi, uno de los autores del libro “¿Por qué cayó Allende?”, publicado en marzo de 1974, destaca que, efectivamente, el capítulo del programa de gobierno sobre las medidas económicas propone cambios importantes, como la nacionalización de los principales sectores de la economía: “serán integradas al sector de las actividades nacionalizadas las siguientes ramas: 1) las grandes minas de cobre, salitre, yodo, hierro, y carbón; 2) el sistema financiero del país, en particular los bancos privados y los seguros; 3) el comercio exterior: 4) las grandes empresas y monopolios de distribución; 5) los monopolios industriales estratégicos; 6) en general, todas las actividades que condicionan el desarrollo económico y social del país, como la producción y distribución de energía eléctrica; los transportes terrestres, marítimos y aéreos; la producción, refinamiento y distribución del petróleo y sus derivados, el gas, la siderurgia, el cemento, la petroquímica y la química pesada, la celulosa, el papel”.
Sin embargo, mucho antes, el 14 de diciembre de 1970, según el mismo Rossi, un colaborador cercano de Allende declaraba a “Le Noveul Observateur” (periódico francés): la derecha acaba de perder el poder político, ahora nuestro objetivo es quitarle el poder económico, no en ocho días, sino en algunos meses, sector por sector, golpe por golpe y legalmente. Si antes de un año no alcanzamos a poner todos los sectores claves de la economía bajo control del Estado y logramos un repunte en los tres terrenos donde la situación es más crítica -vivienda, huelgas, inflación- se podrá decir que habremos fracasado. Dos años después, la situación era agobiante, inflación, crisis de abastecimiento entre otros, ante lo cual Rossi enfatiza diciendo: las dificultades económicas de Chile no se deben al socialismo, sino precisamente a la ausencia de socialismo (febrero, 1973).
Lo anterior refleja algo en torno a lo que ese régimen quiso, y no pudo hacer, con el fin de implantar definitivamente el socialismo. No obstante, quien no vivió, o estuvo ahí -Chile- al menos ocasionalmente, durante esa época, se estima que no podría asegurar a cabalidad si fue o no un excelente gobierno de y para los chilenos.
En lo concerniente a nosotros, se puede afirmar que se nos tomó con humor en esas esferas, pues cuando algún periodista le preguntó a Allende, ante el movimiento de tropas del ejército boliviano en la frontera con su país (realizaban ejercicios militares, 1972) ¿qué hará su gobierno frente a ello?, palabras menos, palabras más, respondió: “vamos a mandar a los bomberos de Santiago para sofocarlos”, respuesta que causó hilaridad general entre los presentes.
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