Yuri Mirko Ríos Madariaga
El agente biológico responsable de provocar la tuberculosis se denomina Mycobacterium tuberculosis o simplemente bacilo de Koch, en honor a su descubridor (Roberto Koch). Es una bacteria en forma de barra o bastón que se colorea de rojo-fucsia cuando se emplea una tinción específica (Ziehl-Neelsen) para observarla e identificarla mediante el uso de un buen microscopio.
Existe la percepción de que la tuberculosis sólo se produce en países pobres o personas pobres, pero es una creencia equivocada. Esta enfermedad no discrimina entre niveles socioeconómicos, profesionales o educativos, tampoco distingue fronteras, cualquiera puede contraerla. Cuando un enfermo tose (rasgo típico que lo acompaña por más de dos semanas), estornuda, ríe o inclusive habla, expele por la boca diminutas gotas de esputo que contienen estos bacilos infecciosos. En la actualidad se estima que dos mil millones de personas (un tercio de la población mundial) son portadores asintomáticos de esta bacteria y quizás nunca lleguen a saberlo.
La reacción coordinada del sistema inmunológico (sistema defensivo) de cada persona juega un papel fundamental que impide el desarrollo de esta enfermedad. Muchos profesionales que trabajan en el área de salud “conviven” con este ser microscópico que sólo espera que se le dé una oportunidad para multiplicarse y lograr desencadenarla. Las probabilidades aumentan cuando se vive en hacinamiento y no existe una balanceada nutrición que incluya proteínas, lípidos, carbohidratos, vitaminas y minerales en los alimentos.
Factores físicos como el clima caluroso y húmedo (Yungas y llanos orientales) de alguna manera prolongan la sobrevivencia del bacilo, y por tanto la prevalencia de la enfermedad; este fenómeno no es tan evidente en el altiplano, seguramente debido al frío seco y a la intensa radiación ultravioleta reinantes, que en corto tiempo lo exterminan; así lo demuestra la distribución epidemiológica de la tuberculosis en nuestro país.
La enfermedad corroe el organismo desde adentro y devora lenta, pero constantemente, el tejido vivo. La tuberculosis puede esconderse en nuestro organismo durante semanas, meses o décadas, ésta es una de las razones de su increíble tasa de infección a nivel mundial. Aproximadamente ocho millones de personas enferman de tuberculosis cada año y de ellas mueren alrededor de dos millones en similar periodo, pero, en muchos países la tuberculosis aún es considerada una enfermedad del pasado. Informes mencionan que la tuberculosis es la enfermedad infecciosa que más muertes ocasiona, pero paradójicamente casi no llama la atención.
Es muy importante recalcar que es prevenible y sobre todo curable. Se sabe que los enfermos deben ingerir diferentes tipos de fármacos todos los días durante seis meses para destruir esta letal bacteria. El abandono del tratamiento equivale a dejar que este microorganismo adquiera resistencia, hecho que complica la situación. En los últimos años nuevas cepas resistentes se han extendido e infectado a más humanos.
El pasado 24 de marzo se conmemoró el Día Mundial de lucha contra la Tuberculosis. Quedar indiferente ante este mal que flagela a la humanidad desde tiempos remotos, no es recomendable, más aún cuando noticias recientes dan a conocer que Bolivia es el segundo país en Latinoamérica después de Haití, con más casos de tuberculosis. Ello implica un compromiso total de las autoridades nacionales para facilitar medios y equipamiento adecuados para detectar y brindar tratamiento gratuito y oportuno hasta en los lugares más recónditos del país.
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