Hay experiencias que han calado hondo en la conciencia de las personas en tiempos de crisis, de graves situaciones políticas, económicas y sociales porque, en situación de crisis, todo se amplía, se agranda, se complica. Este es el caso con la crisis de los precios del petróleo; para muchos países, especialmente pobres y subdesarrollados, los problemas se agudizan porque, en casos, la misma crisis se encarga de producir sistemas inflacionarios que dan lugar a la elevación de precios de la canasta familiar.
El Gobierno nuestro señala que “no habrá problemas, que si los hay, se solucionarán porque el país cuenta con las reservas necesarias”; pero la verdad es que no sólo es el dinero el factor para remediar problemas, puesto que hay situaciones álgidas que debe vencer el pueblo y una de ellas es la falta de unidad; la ausencia de tranquilidad en las comunidades debido a hechos que se comete contra las personas. Hay, por otro lado, asaltos a la propiedad privada, como es el caso de invasión a tierras y apropiación de haciendas, bienes y ganado por parte de delincuentes que no trepidan ante nada con tal de hacerse con lo ajeno, como ocurre en muchas regiones de Santa Cruz, Beni y otros sitios del país; en las ciudades abundan los llamados “loteadores” que se apoderan de terrenos y viviendas alegando derechos que no tienen.
El caso de las violaciones a menores de edad y a mujeres, el tráfico de órganos y de personas son otros delitos que no dejan lugar a la tranquilidad y armonía y agravan la crisis que se hace más preocupante porque la comunidad nacional ha llegado al extremo de no confiar en los cuadros policiales, cuya labor deja mucho que desear debido a que en sus propias filas hay corrupción, ineptitud e incapacidad para velar por la seguridad ciudadana.
El Gobierno anuncia despliegues de toda clase para frenar los abusos; pero, a la vez, es impotente para actuar con mucha energía en contra de las contundentes arremetidas del narcotráfico, el contrabando y de la corrupción que adquieren en el día a día mayor gravedad. Para la colectividad existe la esperanza de que con el tiempo y mucha paciencia y sacrificios se alcanzará los parámetros necesarios de paz y seguridad para enfrentar cualquier tipo de crisis. Existe el criterio de que es la propia sociedad la que debe inculcar al entorno familiar, muy especialmente a los hijos condiciones y valores para evitar los extremos, para cuidar la propia vida y no caer en los tentáculos del alcoholismo y las drogas.
Es, pues, urgente que haya la dosis necesaria de paciencia y energía para combatir males que buscan socavar totalmente al país y hundirlo en la corrupción, las violaciones y crímenes.
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