Decisión heroica o masacre blanca

El sistema de capitalismo que puso en aplicación el Gobierno actual hace nueve años ha empezado a hacer aguas en diversas empresas, pero en particular en la fábrica Enatex, la que fue “estatizada” hace algunos años para enfrentar una presunta quiebra que dejaría en la calle a unos cientos de obreros. La medida, considerada en principio como “masacre blanca”, fue calificada, sin embargo, por la ministra de Desarrollo Productivo, Verónica Ramos, con el eufemismo de “decisión heroica” con el justificativo de “evitar el cierre de la empresa”.

La “masacre blanca” es en realidad una medida neoliberal del más caracterizado sistema capitalista. Significa la destitución voluntaria o involuntaria de grandes cantidades de obreros con el objetivo, ya sea de parte de empresarios privados o autoridades de gobierno, de enfrentar situaciones críticas o -como dijo la Ministra aludida- evitar la existencia de “una planta que rebasa la necesidad actual de producción”, lo que “determina mayores costos de producción” y origina la imposibilidad de la recuperación de la empresa.

La reducción de personal en la empresa capitalista estatal Enatex alcanza a más de 30 obreros, esperándose, además, a corto plazo, el retiro voluntario de más de 250 trabajadores sobre la base del sistema voluntario, alcanzando a cerca del 20 por ciento del total de trabajadores en esa entidad, aunque la Ministra se adelantó en afirmar, en forma sorpresiva, que no conocía cuál es el verdadero número de obreros con que cuenta la empresa y que la determinación continuará porque se trata de una “decisión heroica”.

En todo caso, la práctica liberal de las destituciones en masa, método que ya había desaparecido en el país y que la tienda política gobernante aseguró alguna vez que no volvería a producirse, muestra de nuevo sus uñas rampantes y, a la vez, produce un escalofrío de temor en toda la clase obrera del país que, por lo demás, carece de organismos sindicales de defensa, tanto a nivel de empresa como a nivel nacional, ya que la “gloriosa COB” de otros tiempos mantiene silencio y se ha convertido en un organismo con fines “pequeñoburgueses”.

En cuanto al “capitalismo de Estado” que puso en práctica el Gobierno, se ha remarcado que está en “decadencia”, tanto por factores internos como externos y que, por equivocadas decisiones, pese a algunas ventajas que representa, está condenado al fracaso, que se confirma en varios casos, como los de Papelbol, Cartonbol y otras empresas que operan a pérdida, son víctimas de competencias desleales, corrupción, ineficiencia y lo que menos tienen es apoyo del Estado.

La clase obrera es necesaria en un país como Bolivia y esta fuerza social es parte fundamental del desarrollo económico. Su desaparición afecta no sólo a la empresa, sino al país en su conjunto y su enunciado revela que algo no funciona bien en el slogan de “vamos bien”. A ello se suma la incesante campaña de palabra (no de hecho) contra el sistema capitalista, al cual se trata de eliminar, dizque para construir un supuesto “orden socialista” sobre los saldos descompuestos de las “comunidades” aymaras y el “ayllu” incaico, proyecto utópico de la ideología populista vigente y que conduce al fracaso y las “masacres blancas”.