No a la política de compensaciones

Chile, a 16 años de la suscripción del ominoso Tratado de 1904, considerado también éste como un acuerdo contra los supremos intereses de Bolivia, exigía, según testimonia la historia, compensaciones, a fin de facilitar a Bolivia una salida al Pacífico.

Esta aseveración se funda en el Acta Protocolizada de fecha 10 de enero de 1920, que fue suscrita por los plenipotenciarios de Bolivia y Chile: Carlos Gutiérrez y Emilio Bello Codecido. Una decisión bilateral que no alcanzó vigencia.

Empero dicho documento anota: “El Jefe de Misión de Chile declara el deseo de un acercamiento con Bolivia, mediante la satisfacción de sus aspiraciones y el otorgamiento de una salida libre al Pacífico, independiente de la situación creada por el Tratado de 1904, cumplida por su país y sustituida por la construcción del F. C. Arica – La Paz”.

“Igualmente, manifiesta su buena disposición para estudiar la posibilidad de ceder una parte importante de la zona situada al Norte de Arica, mediante nuevo acuerdo para determinar los sectores territoriales que pasarían al dominio de las dos Naciones, a base de compensaciones comerciales, con la cooperación de Bolivia para asegurar que los votos plebiscitarios que se produzcan en Tacna y Arica, sean favorables a aquél país”, sostiene.

Chile, en consecuencia, ha exigido siempre compensaciones por el territorio y el mar territorial que legítima e históricamente le pertenecían a Bolivia, desde mucho antes de su fundación, y que llegó a manos de él mediante la salvaje invasión de 1978. La exigencia, asumida con una tendencia depredadora, está destinada a favorecer sus intereses expansionistas y que de ninguna manera contribuiría a restañar la herida provocada por su accionar prepotente e intimidatoria, hace más de un siglo.

Iniciativa que cae fuera del contexto histórico de la hora presente, por cuanto Bolivia, acompañada por la unidad nacional monolítica, exige, en instancias judiciales de La Haya, una solución de “buena fe” a su encierro geográfico, que originó el distanciamiento boliviano - chileno, bajo los parámetros de diálogo, concertación y consenso. Es decir de cara a la comunidad internacional que se ha dignado hacer un seguimiento de este proceso judicial. Por lo visto acá no se aborda insinuaciones de compensación.

Empero la tesis chilena de compensaciones ha retomado fuerza, ahora más que nunca, y por ello la casta dominante encaramada en La Moneda nos envió a su quinta columna para tantearnos y saber si aceptábamos o rechazábamos aquella proposición. Por consiguiente Chile promociona, dentro y fuera de sus fronteras, la política de compensaciones sin descuidar la defensa de sus intereses tradicionales, pues continúa con su afán expansionista.

La propuesta de las compensaciones se ha constituido en uno de los pilares de la política exterior chilena en relación con el centenario tema marítimo. Ese propósito es una manera de negar la exigencia boliviana en el conflicto que enemista a dos países que comparten una frontera común.

En suma: la política de compensaciones que pregona el vecino no tiene cabida entre los bolivianos.