La verdad aunque duela
No obstante que varios escritores nacionales se refirieron al origen y significado de la palabra hualaycho, según mi entender se trata de un modismo boliviano que refiere a un niño, joven o adulto que muestra picardía e irresponsabilidad, con o sin malicia, para cometer fechorías y hostigar a quien le conviene en su cotidiano vivir.
Los mismos intelectuales han calificado a nuestros gobernantes como hualaychos al conducir a nuestra nación, al respecto podemos citar ejemplos de sobra:
En el año 2006, una mayoría de campesinos, indígenas y originarios les dio respaldo político e “incondicional” para que ocupen el palacio de Gobierno, y con argucias y como una forma de “gratitud” recibieron el calificativo de socialistas del nuevo siglo y “gobernantes” de Bolivia. Como los beneficiados son de un estrato social descuidado y olvidado por los regímenes políticos del pasado, lo tomaron con mucha algarabía, inocencia y, por qué no decirlo, con miedo ante tanta responsabilidad.
En seguida y como homenaje a su entrega y solidaridad con el Gobierno, cambiaron el nombre del país por otro que se acomode a la bribonada e insensatez de los gobernantes, llamándolo Estado Plurinacional de indígenas, campesinos y originarios; en consecuencia esos fieles a la causa fueron declarados dueños de todos los recursos naturales existentes en el país.
Como primera medida, en varios lugares del territorio nacional les cedieron tierras para cultivos de coca, no se sabe con exactitud la cantidad del labrado que se tiene de ese producto. El último dato que se conoce es que para el Rally Dakar se destinó aproximadamente 1.200 toneladas de ese “preciado” producto, exclusivamente para el consumo de los asistentes extranjeros a tan mentado evento. Al final no se sabe qué destino tuvo esa mercancía. Otras toneladas fueron enviadas a distintas “cumbres” nacionales e internacionales llevadas a cabo en diferentes regiones del Estado. En resumen, no se conoce datos sobre cantidades de cultivo de coca, su comercialización, si existe importación o exportación. Como es considerado un recurso natural y estratégico, todo se resuelve entre ellos.
En el caso de los minerales, la concesión que por ley les toca a los “cooperativistas mineros”, hombres y mujeres de lucha encarnizada en pro del proceso de cambio, lamentablemente después de 9 años de auge este sector se halla en bancarrota, por culpa de los gobernantes, quienes no tomaron previsiones para afrontar los problemas económicos mundiales de exploración y exportación de dichos recursos naturales. A la larga los cooperativistas se convertirán en mendigos del oficialismo o virarán hacia la oposición.
El Fondo Indígena nació como una especie de “Pacto Fiscal” con las organizaciones campesinas, indígenas y originarias en todo el país, para dotar de autonomía a las comunidades rurales en el manejo de recursos económicos para el desarrollo de sus regiones, además de una compensación por las actividades extractivas. Pero su verdadera función fue distraer y apartar a las organizaciones campesinas e indígenas de la vida política nacional, corrompiéndolas a extremos que el ciudadano común no imagina.
En este caso, la irresponsabilidad en el manejo económico de las arcas del Estado es muy grande, porque hasta el momento no se sabe el monto total de dinero entregado al FI, así como a dirigentes de organizaciones sociales. Hipotéticamente se menciona algo más de 5.000 millones de bolivianos, monto equivalente a 714 millones de dólares. Si bien el objetivo principal fue mencionado, se trata de una falacia socapada por el Gobierno, puesto que el Banco Central, con autorización del Ministerio de Economía, dispuso de dinero del Estado en forma discrecional, con el fin de tener a los corruptos bajo control político (ejemplo claro es el caso de la señora Achacolllo y otros “inocentes”).
Otro objetivo es que los dirigentes se encarguen de convencer y pagar a las bases para hacer marchas, protestas, reuniones folclóricas y paradas militares, cuando así convenga a los hualaychos. Un ejemplo de ello son las distintas marchas en contra de las embajadas que se oponen a las decisiones que son adoptadas en los países socialistas Siglo XXI. Cuando faltan estos pretextos y si los gobernantes no siguen dando dinero para los “gastos reservados” de los fieles al proceso de cambio, de repente se pasan al bando contrario, o se los pueden “colgar”, como demuestran los resultados de las elecciones subnacionales.
En relación con otros recursos naturales, como hidrocarburos, oro, madera, castaña, o producción y exportación de la cocaína, importación de bienes suntuosos y otros de consumo masivo, es responsabilidad exclusiva del entorno palaciego. Y cuando sus intereses son afectados, actúan con prepotencia, se ponen nerviosos, se alteran al extremo de hostigar al pueblo, amenazando con NO otorgar recursos económicos a las regiones que no estén con el proceso de cambio. Y, por último, algo más tenebroso, a los que votaron en contra no les permitirán llevar sus testamentos bajo el brazo, sino que directamente los “fusilarán” y punto.
El autor es docente universitario.
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