Ocurrió lo que algunos ingenuamente negaban: la caída de precios del barril/petróleo a nivel internacional definitivamente afectó las arcas del Estado boliviano.
Varios análisis independientes confirman que comparativamente en el primer bimestre 2015 se percibió menos que en el primer bimestre 2014: la exportación de gas natural registró caída comparativa de 28%.
Éste se debe a que el precio del gas natural por millón de BTU (Unidades termales británicas y americanas que “miden” el gas) se redujo porque el gas natural tiene sus precios “amarrados” al parámetro señalado por el barril/petróleo WTI (light sweet crude, Texas).
En el bimestre 2014 el gas boliviano a Argentina era vendido a 10 USD millón y a Brasil en USD 9. Sólo como dato extra: el precio del barril WTI está cerca de 47,51 USD en la bolsa de Nueva York, luego de caer a su nivel más bajo en seis años, a 43,46 USD.
Coincido con el analista económico Roberto Laserna acerca de que la administración del Estado boliviano debe “replantear el gasto público, reducir gastos, subsidios o las inversiones…”.
Ciertamente en Bolivia no hubo “década ganada” en materia de hidrocarburos, no se aprovechó los precios altos del petróleo para motivar mayores inversiones en infraestructura energética. En 10 años con ingresos fluctuantes del precio de barril/petróleo, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Noruega hicieron y aprovecharon ¡muchísimo más que Bolivia y Venezuela!
Ahora es tiempo de la “diversificación” económica “forzada”. Habrá que ver nuevos negocios con menos dinero para encararlos. Lo que pasa es que con la profunda incursión pública en negocios no-rentables y pobremente manejados (fábricas de papel, de leche, etc.) se tuvo un gran caudal de dinero que se lo pudo haber re-dirigido, por ejemplo, a la modernización de plantas de refino, a la exploración y producción de mayores volúmenes de gas. Se hubiera modernizado la industria y se la hubiera puesto en un nivel tecnológicamente competitivo a nivel global. No se hizo.
Se debe subrayar que en este bimestre 2015 entraron al país 300 millones USD menos que en el primer bimestre 2014. Las exportaciones de gas, conforme a estudios y cifras independientes, fueron de USD 748,3 millones; mucho menos de los USD 1.042 millones alcanzados en el mismo período del 2014.
Al haber menos ingresos, el Estado boliviano tiene menos para invertir, o en este caso para gastar. Alguien dice que el país “será beneficiado” con 400 millones USD que no se gastará por concepto de reducción de precios de diésel, que se importa desde afuera. No es un “beneficio”. Consideren que por una década se dilapidó cifras cercanas a USD 1.000 millones casi por año en subvención por compra de diésel externo. Si se hubiera invertido en una planta de conversión de gas a líquidos en su oportunidad y desde hace 10 años, como se venía pidiendo, hoy el país sería exportador de valor agregado (diésel a partir del gas) en vez de materia prima exclusivamente.
En todo caso, este “ahorro” de 400 millones de dólares que no serán destinados a la subvención de diésel deberían ser directamente entregados a las regiones productoras de gas natural: Tarija, Chuquisaca, principalmente, para mejorar su infraestructura regional, porque claramente habrá una reducción de recaudación de IDH (impuesto directo a hidrocarburos) que favorece a las regiones. Urge que los legisladores de Tarija, principalmente, pidan, reclamen y exijan que ese monto contable de cerca de 400 millones USD sea compensado a Tarija, que no recibió ninguna obra de magnitud ni importancia, al contrario de otras regiones de Bolivia. El satélite que Bolivia compró costó cerca de 300 millones USD, que fueron financiados con el gas que se explota en las entrañas del Chaco boliviano (Tarija sur-este).
Hidrocarburos y minerales, que son la principal fuente de ingresos de Bolivia, están con precios bajos a nivel externo. Esperemos la creatividad para ver cómo se hace funcionar un país que no tiene industria de valor agregado, ni comercio altamente competitivo ni desarrollo de tecnología.
El no haber preparado en la década pasada a Bolivia con una economía de valor agregado (diversificada) y especializada en derivados del gas natural, generó la confianza -casi mesiánica- de preparar un Presupuesto General del Estado boliviano ¡tomando en cuenta el precio de barril de petróleo a USD 80! El doble de lo que realmente cuesta.
La buena noticia es que somos la reserva más grande de gas de América Latina y pese a los retrasos, podemos seguir proyectando y ejecutando una industria de derivados del gas natural altamente desarrollada, con tecnología moderna, pero es invirtiendo.
El autor es consultor del sector privado.
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