El proceso de colonización de un país se mide por la cantidad de materias primas que exporta y la importación de artículos industrializados con las divisas-oro que produce la venta de minerales, gas y varios recursos naturales. Ese indicador, al ser aplicado en Bolivia en las actuales circunstancias, permite sacar la conclusión de que Bolivia está de nuevo en un acelerado proceso de colonización.
Efectivamente, ahora el país importa mayor carne de países vecinos para evitar la escasez en el mercado de consumo interno, hecho que demuestra que la producción de ese alimento es más reducida y la oferta de alcanzar la seguridad alimentaria es cada vez más lejana. Los principales países que proveen carne para la población boliviana son Argentina, Brasil y Chile.
Los datos estadísticos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) revelan que el año pasado (2014) Bolivia importó de Argentina 9.4 millones de dólares en carne, de Chile 1.2 millones y de Brasil 649 mil dólares. Esas compras al exterior fueron superiores a las de años anteriores, ya que mientras entre los años 2008-2014 el total de las importaciones llegó a 57 millones de dólares, las exportaciones de carne llegaron a 45 millones, vale decir que importamos más de lo que exportamos o sea que la balanza comercial para este alimento fue negativa.
La economía del país en cuanto a alimentos cárnicos está virando de las exportaciones a las importaciones. En efecto, en la gestión de 2014, Bolivia exportó 10 millones de dólares en carne a Perú, 1,3 millones a Venezuela y 439 mil a Angola. Sin embargo, esas cifras empezaron a declinar como revela la balanza comercial.
El cambio del comercio de carne con el exterior está afectado por varios aspectos, entre los que se cuentan las restricciones oficiales a las exportaciones de carne bovina y el decrecimiento del mercado de consumo interno debido a la escasa producción de este alimento por factores climáticos, como las inundaciones del Beni el año anterior, que dieron muerte a cientos de vacunos, sin que hasta el momento se haya repuesto el hato ganadero.
Otra causa gravitante que obliga a la creciente importación de carne es la baja producción en los valles y altiplano, hecho que crea escasez en los mercados locales. La caída del abastecimiento de carne de ovinos y vacunos en la región interandina se debe al abandono de la tierra por los pequeños agricultores, la competencia de los bajos precios de la carne importada, la sustitución de campos ganaderos para cultivo de coca, así como por el ingreso de contrabando de este alimento en proporciones crecientes, todo ello originado en la absoluta carencia de políticas agropecuarias.
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