Buscando la verdad
Tenía varios temas en carpeta para esta columna -el alarmante resultado del comercio exterior boliviano a febrero; las consecuencias del Acuerdo Nuclear suscrito por seis potencias con Irán; la Cumbre Agropecuaria en la perspectiva del bajón económico a partir del 2015 entre otros- pero, luego de leer “Somos el discjockey de la fiesta, ponemos música y Patzi (gobernador electo de La Paz) baila, la cortamos y Patzi se sienta” (4/ABR/15) atribuida a Gustavo Torrico, Asambleísta Departamental del MAS, me molestó tanto que me hizo cambiar de opinión.
Decidí abordar este tema, hastiado de ver tanta incoherencia y desubicación en personas que -como si nada pasara en Venezuela, Cuba, Brasil y Argentina, por citar tan solo cuatro ejemplos, de cómo le va mal a la economía cuando las cosas no se hacen bien- en lugar de abonar el terreno para que Bolivia se desarrolle y su población salga de la pobreza y la ignorancia, parecería más bien que se empeñan en hacer lo contrario.
Como un ciudadano de a pie, que el 29 de marzo de 2015 no solo ejerció su derecho de votar y elegir a sus autoridades subnacionales, sino también su obligación como Jurado Electoral -madrugando y trabajando hasta tarde en domingo- contribuyendo al proceso eleccionario, no puedo sino sentirme indignado al leer semejante disparate de nada menos que un legislador que le debe su cargo al ciudadano que votó por él pese a su pasado, a sus públicos errores y a su organización -Satucos- (¿denominación derivada de Satanás?) asociada a hechos groseros y violentos. Asombrado pregunto, si esta persona está consciente de lo que dice y hace…
Y cuestiono aquello porque entiendo que en democracia las reglas de juego deben ser iguales para todos sin menoscabar la expectativa y la expresión de las minorías ¡mucho menos de las mayorías cuando su preferencia cambia, como hoy es el caso!
Porque así como en el pasado, cuando el pueblo se expresó con su voto a favor de un candidato oficialista y fue respetado, hoy -cuando declina y opta por otro- igualmente se lo debe respetar en lugar de amenazar con castigar tal decisión.
Dicho de otra forma: si los vencedores de ayer fueron respetados, lo mismo debe pasar ahora ya que detrás de cada voto hay una persona que ve, que siente, que razona y que se expresa en libertad a favor de una u otra candidatura.
La democracia es una conquista del pueblo, no un bien privado, como una pelota cuyo dueño -si está perdiendo- la agarra y se va. ¡No dañen su propio proceso de cambio!
El autor es economista, Magíster en Comercio Internacional.
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