En 1868, once años antes de la invasión anglo - chilena a territorio patrio, Bolivia y Argentina se comprometieron, solemnemente, ante la historia y los hombres, a respetar, sobre todas las cosas, la soberanía territorial, en esta parte de América del Sur.
Ambas naciones registraron ese propósito en el Artículo 18 del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, que se suscribió durante el gobierno de Mariano Melgarejo, que expresa: “Cada una de las Partes Contratantes se compromete a no prestar apoyo directo ni indirecto a la segregación de porción alguna de los territorios de la otra”.
Ahora, a más de 140 años de la formalización de este documento, que propicia la confraternidad de los países fundada en el repudio a toda desmembración territorial, aquella decisión debe retomar su cauce, acorde con los tiempos que se imponen, a favor de Bolivia, en particular, a fin que le permita alcanzar sus históricos objetivos en instancias del tribunal de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que giran en torno a la recuperación del Litoral usurpado por el expansionismo chileno del Siglo XIX.
Ojalá que ese concepto, condensado en el mencionado Artículo, contribuya a surtir los efectos esperados, conforme anhela la ciudadanía nacional, cual es la recuperación de su salida libre, útil y soberana al Pacífico, empero con el debido respaldo político argentino.
Y verdaderamente bolivianos y argentinos estamos hermanados desde los tiempos del potosino Cornelio Saavedra, quien después de haber servido incondicionalmente a la patria de Domingo Faustino Sarmiento, murió en el confinamiento y la miseria más inconcebible. He ahí la verdad histórica. En este marco Bolivia espera la retribución de la República Argentina, que preside la señora Cristina Fernández, para fines de reivindicación marítima.
Hoy se habla mucho de una afinidad política boliviano – argentina. Sus señales provocaron debates y controversias concitando la atención de la opinión pública regional y posiblemente mundial. Inclusive los dos países están involucrados en un organismo internacional con tendencia izquierdista.
Empero la afinidad político – ideológica no sólo debe ser manejada para propalar declaraciones, enriquecer discursos o compartir banquetes oficiales, sino prioritariamente para ofrecer y testimoniar respaldo a quienes lo necesitan para solucionar sus conflictos de carácter externo, particularmente.
Bolivia, desde que ha sido despojada de territorio sobre el Pacífico, ha pedido con humildad y respeto, de manera permanente, en dictadura y democracia, el apoyo de los países latinoamericanos y de Argentina, la ilustre cuna del Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, el Papa Francisco, especialmente, para acabar con el centenario enclaustramiento nuestro, resultado de la cobarde e infame agresión chilena de 1879.
Bolivia espera que la nación hermana reitere su solidaridad con la causa marítima, ahora que ésta es de conocimiento de la justicia internacional, y con ello estaría renovando los tradicionales lazos de amistad.
En suma: el pueblo y gobierno argentinos deben reflexionar sobre este tema.
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