(EFE).- Como cada víspera del domingo de Pascua el fuego santo llega a Grecia desde la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén para celebrar la resurrección de Cristo y dar comienzo a la festividad más importante de la iglesia ortodoxa griega.
Según el calendario Juliano por el que se rigen los ortodoxos, el milagro de la aparición del fuego santo o Santa Luz (Agion Fos en griego) se produce el sábado anterior al domingo de Resurrección.
Decenas de miles de griegos, muchos de ellos creyentes y otros simplemente movidos por la singularidad de la fiesta, acuden a las iglesias de todo el país para recibir el fuego sagrado y llevarlo hasta sus casas.
Pero el viaje de esta llama empieza mucho antes y a miles de kilómetros de Grecia, concretamente en la Iglesia del Santo Sepulcro de la capital israelí.
Allí, a las 13.00 horas locales (10.00 GMT) el patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén es el encargado de entrar en la capilla que contiene el Santo Sepulcro (la tumba de Cristo), situada dentro de la basílica, y según la tradición, tras pronunciar arrodillado una oración, recibe por intervención divina el fuego que prende el manojo de treinta y tres mechas que sostiene en sus manos.
Antes de acceder al recinto el patriarca da tres vueltas a la capilla y es registrado por las autoridades israelíes para comprobar que no porta ningún artilugio que pueda originar el fuego.
Una vez obrado el milagro, el fuego, que dice la creencia que no quema durante los treinta y tres primeros minutos, se reparte entre los miles de fieles que abarrotan la iglesia y sus alrededores y viaja hasta el aeropuerto de Tel-Aviv, donde le esperan los aviones que lo trasladarán hasta los países de religión ortodoxa como Grecia, Rusia, Chipre, Armenia, Bulgaria, Serbia o Montenegro.
A su llegada al aeropuerto de Atenas, el fuego es recibido por las autoridades y goza de los mismos honores que un jefe de Estado.
Una vez en tierras griegas, se traslada en coche hasta las cercanías de la Iglesia del Santo Sepulcro de Plaka, en el centro de la capital griega, donde accede en procesión y donde le esperan centenares de griegos armados con sus cirios.
“Preferimos verlo por la tele y luego, ya por la noche, vamos a la iglesia de Agios Nikolaos a por el fuego”, comenta a Efe el griego Memos mientras enseña las velas que llevará a la vigilia.
Su casa del barrio de Kesarianí, en el centro de Atenas, está también decorada con motivos pascuales como los huevos duros que se pintan de color rojo y encima de la mesa hay los tradicionales “kulurakia” (rollitos de mantequilla) que su madre ha preparado para las fiestas.
Es todo un espectáculo observar por las calles de la ciudad cómo algunos se las ingenian para transportar en coche, en moto o a pie a sus casas el fuego, que, según la tradición, no se puede apagar hasta llegar a su destino.
El ritual se completa cuando se dibuja con él una cruz en el dintel de la puerta principal de la casa que traerá buena suerte a la familia el resto del año.
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