Las campañas electorales son espacios publicitarios para candidatos que prometen todo y hacen ostentación de poseer los mejores programas para realizar durante su gestión si resultaran elegidos. Las experiencias del pasado, tanto a nivel de autoridades nacionales como prefecturales y municipales muestran que todo lo prometido durante las campañas ha contrastado con la realidad; en otras palabras, lo ofrecido y prometido no coincidía con lo que había que hacer.
Por las campañas realizadas para las elecciones pasadas del 29 de marzo, se puede colegir que los candidatos más han hablado de continuidad en todo lo que se hizo, que promesas sobre realizaciones inmediatas; sin embargo, no han faltado posiciones fantasiosas que están en total desacuerdo con las posibles disponibilidades financieras; así, por ejemplo, los planes sobre “trenes eléctricos”, “trenes metropolitanos”, “autopistas”, “carreteras de doble vía”, “centrales hidroeléctricas”, y otras lindezas muy difíciles de concretar.
Lo grave es que ninguno de los candidatos se ha referido a la urgencia de rehabilitar ferrocarriles, construir nuevos tramos en rutas ya fijadas y que cuentan con los estudios necesarios; no se habló sobre la urgencia de industrializar la basura, menos se hizo referencia a la necesidad de crear condiciones óptimas para el turismo a Copacabana tan sólo con la limpieza y mantenimiento de las aguas del lago Titicaca; no se hizo referencia a la construcción del puente sobre el estrecho de Tiquina; menos se mencionó el caso de poner remedio a la región del Sillar en el camino Cochabamba-Santa Cruz que cada vez requiere reparaciones con altos costos y que tan sólo precisa desvío construyendo una vía paralela al Sillar. Muchas otras necesidades factibles de realización, no han sido mencionadas por los candidatos.
La realidad de los diversos departamentos del país es diferente a lo que pudieron haber visto los candidatos a gobernadores o prefectos que, en su mayoría, parece que hablaron de memoria y tan sólo por populismo y demagogia. Menos han visto los candidatos a alcaldes, que no han tomado en cuenta, por ejemplo, el caso de barrios precarios, de lugares donde familias viven por meses o años en carpas improvisadas; menos se hizo referencia a la urgencia de rehabilitar espacios destruidos por inundaciones, incendios, deslizamiento de cerros, etc., etc.
A ninguno de los candidatos se le ocurrió referirse al caso de construir escuelas, colegios y albergues o, por lo menos, proceder a su reparación y proveerles muebles. La educación y la salud son parte de planes y proyectos en los papeles o en las campañas; pero, que se sepa, poco o nada se hace en la gestión de autoridades nacionales, provinciales o municipales. Es preciso que cada uno de los ganadores no sea simplemente anunciador de cantidad de proyectos irrealizables, o entre en competencia de soberbia y petulancia. Lo que se quiere es que lo que vayan a hacer sea compatibilizado con la realidad.
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