Cómo permanecer joven

Este mensaje estaba sobre el escritorio del general Mac Arthur. Le traerá valor y fe.

El famoso corresponsal de guerra coronel Frederick Palmer visitó a Douglas Mac Arthur en sus cuarteles generales de Manila. Su recuerdo más vívido son tres marcos que había sobre el escritorio del general: un retrato de Washington, otro de Lincoln, y el tercero, el mensaje que usted puede leer parte más abajo. El general lo ha tenido a la vista desde que se lo entregó John W. Lewis hace algunos años. Está basado en un poema escrito por Samuel Ullman, de Birmingham, Alabama.

“La juventud no es una época de la vida, es un estado de la mente: es un temple de la voluntad, una cualidad de la imaginación, un vigor de las emociones, un predominio del valor sobre la timidez, del apetito por la aventura sobre el amor al confort.

Nadie envejece solamente por haber vivido cierto número de años; la gente envejece, única-mente cuando deserta de sus idea-les. Los años arrugan la piel, pero la falta de entusiasmo arruga el alma. Las preocupaciones, la duda, la desconfianza en sí mismo, el miedo, la desesperación, son largos, largos años que inclinan la cabeza y convierten el espíritu en polvo.

Así tenga uno 70 ó 16 años hay en el alma de cada ser humano el amor por el misterio, el dulce asombro ante las estre-llas, y las cosas y los pensamientos como estrellas, el indomable desafío de los acontecimientos, el in-falible apetito infantil por lo que viene, y la ale-gría y el juego de la vida.

Usted es tan joven co-mo su fe, tan viejo como sus dudas; tan joven como su confianza en sí mismo, tan viejo como sus temores; tan joven como sus esperan-zas, tan viejo como su desespe-ración.

Mientras su corazón siga reci-biendo mensajes de belleza, ale-gría, valor, grandeza y poder, de la tierra, del hombre y del infinito, usted seguirá siendo joven.

Cuando los alambres estén todos cortados y el sitio central de su corazón cubierto con las nieves del pesimismo y el hielo del cinismo, entonces usted estará verdaderamente viejo y, ¡que Dios tenga piedad de su alma!” De VERSIONES Mundiales