Juan Bautista del C. Pabón Montiel
Por razones de honor, dignidad de sus mismos integrantes y autoestima -al igual que por el poco prestigio que le sobra al gobierno de S.E., Evo Morales Aima-, deben dimitir. Aquí, las causas por las que se ha desacreditado esa institución que debería honrar a la nación.
a) La cancelación de la personería jurídica, en el departamento del Beni; amén de haber privado del derecho de elegir y ser elegidos a más de 300 ciudadanos bolivianos.
b) La larga lista de pruebas preconstituidas, de las irregularidades, muy cercanas a delitos cometidas en las elecciones del 29, de marzo pasado. Todas ellas, presentadas por la oposición que, con el apoyo de las leyes del país, han cuestionado severamente la conducta de este cuerpo colegiado que, según todos los indicios, responde a órdenes del Poder Ejecutivo.
c) En la anterior República -hoy Estado Plurinacional- nunca se registró tantos problemas, dificultades para impedir una elección correcta, justa y democrática.
d) Los electores requerimos en quién confiar, necesitamos urgentemente recobrar la fe en las instituciones rectoras de la democracia, que es la única forma de dirigir los destinos de Bolivia. Salvo que se invente otra forma de perpetuase en el poder, lo que significa y avala que estamos en el camino de una dictadura constitucional.
Una comunidad nacional como la nuestra requiere reafirmar y volver a creer, señores, en sus gobernantes, líderes y en sus órganos válidos para gobernarnos o delegar el poder para hacerlo. Lo contrario es una devaluación de los gobernantes, su partido y debilitamiento total, hasta perecer los organismos construidos a lo largo de los años de la independencia.
A no sesgar el presente comentario, debemos afirmar y probar que en Bolivia existen personas, juristas e instituciones honestas que pueden ser elegidas para que administren, en este caso, el llamado Tribunal Supremo Electoral. Elegir a personas con militancia y pasado gubernista es, simplemente, aumentar basura a un tonel de desperdicios que huele a lo lejos, sin que sientan en sus narices los hombres del poder.
Todas estas actitudes se acumulan para auto-derribarse el Gobierno, sin intervención opositora. La justa electoral municipal ha probado los extremos que sostenemos. No sirve seguirse mintiendo o auto-engañándose sin que haya motivos valederos para la mitomanía.
Final: Para bien de todos, el Tribunal Supremo Electoral debe renunciar; de no obrar sus miembros con un poco de rubor, perderemos lo último que nos queda: ¡la esperanza de la estabilidad político-económica de Bolivia! Señores, estamos a tiempo para no marcharnos de otra manera del gobierno.
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