Ministro chileno Ravinet:
Almirante (sp) Jorge Botello Monje
De manera reiterada, Chile refiere su mayor capacidad militar cuando se trata del conflicto con Bolivia; la frase reproducida en el título fue vertida a propósito de la demanda ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, por el ex ministro de Defensa chileno, Jaime Ravinet y obliga a una reflexión.
Nuestro país, insistentemente, ha tratado de resolver los diferendos con sus vecinos apelando, únicamente, al derecho internacional, con la pretensión de que los estados actúan bajo principios éticos, dictados por sentimientos de fraternidad, solidaridad, cooperación y respeto por los derechos de cada uno; mostrando con esa persistencia una actitud casi ingenua, al olvidar que los países actúan, como lo señaló Maquiavelo en su tiempo: con sus relaciones internacionales “libres de valores” y consecuentemente plagadas de intereses.
Esto fue observado por el español José Luis Gómez Martínez, quien en su libro: “Bolivia: un pueblo en busca de su identidad”, resume la que ha sido una constante en el manejo de las relaciones internacionales y el orden interno de nuestro país. Dice el autor:
“Se creyó que las leyes internacionales bastaban para garantizar la integridad nacional, del mismo modo que se tuvo por suficientes las leyes internas para proteger la libertad y promover el progreso”.
La posición idealista de la diplomacia boliviana colisiona con la cruda realidad, pues los países no dejan librado al puro sentido ético el resguardo de sus intereses, éstos están defendidos, en última instancia, por la fuerza militar, es decir que el poder o su construcción es un elemento central en las relaciones entre estados. Esto nos quiso recordar Ravinet.
Es tiempo de que los bolivianos adoptemos la misma postura, de modo que un fortalecimiento de la defensa militar, asegure la propiedad de los recursos y su aprovechamiento en condiciones óptimas y para beneficio de nuestra sociedad. Se debe recordar que el gas y el petróleo, que ahora sostienen nuestra economía, son propiedad boliviana porque fueron defendidos con las armas.
Este empeño debe estar acompañado de adecuadas decisiones, que permitan con un costo relativamente bajo, neutralizar la “capacidad de disuasión” de Chile. Ello no implica, de modo alguno, vulnerar lo señalado en la CPE, respecto a la posición pacifista de nuestro país. Las medidas para fortalecer la fuerza militar pueden, además, impulsar el desarrollo de una industria de defensa que ayude a generar recursos financieros.
Aparte del tema marítimo, existen otros pendientes con Chile, como el del Lauca, el del Silala y las múltiples dificultades impuestas al tránsito de carga boliviana, dirigidas a frenar nuestro desarrollo, para mantener su hegemonía. A esto se debe sumar la necesidad de agua en el norte chileno, que se incrementará en el futuro, y que puede motivar, usando las palabras de Ravinet: “acciones alocadas” de nuestro vecino. Es importante estar preparados.
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