Buscando la verdad
Ni el más pesimista esperaba un resultado tan malo, ni el más optimista aguardaba que no fuera así. Todos se equivocaron sobre lo que acontecería con el comercio exterior del país a tan corto plazo. Lo visto hasta febrero -según datos del INE- superó los agudos cálculos de los especialistas, así como la negación de quienes no aceptan que Bolivia es altamente vulnerable por su modelo económico tan dependiente del mercado externo.
En verdad, nadie imaginaba semejantes cifras como las reportadas para el comercio exterior boliviano al primer bimestre del 2015, debiendo llamar a la reflexión el hecho que el valor de las exportaciones volvió a caer, pero esta vez mucho más -casi 27% frente a una baja del 22% a enero- en tanto que las importaciones moderaron más bien su caída, desde un 15% en enero al 10% en febrero, algo que lamentablemente avizora un inminente déficit en la balanza comercial.
Para preocuparse más aún: el saldo positivo logrado a febrero bajó hasta 19 millones de dólares cayendo 371 millones comparado a igual lapso del 2014 dada la abrupta caída de las exportaciones -mucho más que las importaciones- habida cuenta de la flexibilidad de las primeras, pero no de las segundas para caer igual, lo que resulta una desafortunada combinación, por cierto.
Utilizando un concepto acuñado por CEPAL hace unos años para advertir sobre las consecuencias de una futura crisis económica mundial, Bolivia -así como otros países latinoamericanos- ha “reprimarizado” sus exportaciones, enfrentando ahora un escenario muy complicado, tratándose de una economía de base estrecha y alta vulnerabilidad respecto de los precios internacionales.
Tomando en cuenta esta dinámica, y siendo que la corrección del precio del gas natural -principal producto de exportación de Bolivia- se verá más adelante y que, encima, los precios de las materias primas están bajando en su generalidad, las ventas globales del país podrían caer de tal manera que asestarán un duro golpe al crecimiento de un PIB altamente influenciado por el mercado externo, lo que muy difícilmente podrá compensarse con una expansión de la demanda interna o la inversión en las actuales condiciones, a no ser con un mayor endeudamiento y una gran eficiencia en su ejecución.
Si los organismos internacionales anuncian un menor crecimiento de la economía mundial por el fin del superciclo de altos precios para las materias primas y la desaceleración es un hecho… ¿no sería bueno hacer menos política y mucho más por la economía del país?
El autor es economista, Magíster en Comercio Internacional.
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