Brasilia.- La mandataria brasileña, Dilma Rousseff, se mantuvo en silencio ayer frente al agravamiento del escándalo de corrupción en Petrobras con la detención del ahora extesorero de su partido Joao Vaccari, que acerca el caso al palacio presidencial.
Vaccari, acusado de corrupción, asociación ilícita y lavado de dinero, permanecía en libertad, pero fue detenido la víspera debido a que la Policía temía que pudiera obstaculizar la investigación, informó Efe.
Una vez encarcelado, el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) anunció que Vaccari había renunciado al cargo de tesorero en el que había sucedido en 2005 a Delubio Soares, quien está en prisión por un sonado escándalo de sobornos parlamentarios detectado durante la gestión de Luiz Inácio Lula da Silva, antecesor de Rousseff.
La presidenta participó ayer en una ceremonia en la que juramentó al nuevo ministro de Turismo, Henrique Eduardo Alves, pero no aludió ni siquiera en forma indirecta al escándalo en Petrobras, que ha llevado a grupos políticos minoritarios a exigir un juicio con miras a su destitución.
Hasta ahora el Ejecutivo solamente se ha manifestado sobre la situación de Vaccari a través del ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, quien declaró que el Gobierno “apoya las investigaciones” y garantizará que quien haya cometido algún delito sea castigado.
La Policía ha informado que, en el marco de la investigación contra Vaccari, se intentará determinar qué papel jugó en la red de corruptelas una imprenta propiedad de sindicatos afines al PT que, además, elaboró vasto material para la campaña que llevó a Rousseff a la reelección en los comicios de octubre pasado.
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