La opacidad en los “Fondos” y otros…

La opacidad es definida como la falta de claridad o transparencia, la cual detectamos en la gestión pública de cualquier gobierno en ejercicio.

Para abordar este tema, forzosamente debemos comentar sobre la corrupción, delito que, lamentablemente, se presenta como algo cotidiano en nuestra realidad. Es un problema que no sólo afecta lo social, político y económico, sino que también altera nuestros valores y nos exige cuestionarnos acerca de cuán fuerte puede ser nuestra ética y honestidad. Parece estar ese mal en todo lado y se corrompe para allanar obstáculos.

Entre los bolivianos la corrupción sembró desconfianza generalizada que parece hundirnos día a día. La descomposición se expande cada vez y en la actualidad parece dominar el mundo.

Al respecto, peroran los demagogos: “nuestro deber de ciudadanos nos llama a la lucha contra la corrupción, para lograr un Estado fuerte, una justicia “independiente”, una economía sólida y una sociedad donde todos tengamos la misma posibilidad de progreso e inserción”.

Los antecedentes históricos de la corrupción se remontan a la época de la Ley de Moisés, hasta nuestros días.

Podemos distinguir entre los actos de corrupción y el estado de corrupción que alcanza una sociedad.

Entre los tipos de corrupción destacan la cotidiana, extorsiva, manipulada y nepotista. También existen la Corrupción de la burocracia permanente y la Corrupción del poder político.

Los estudios sobre este tema son bastos y profundos, por ello han definido también la corrupción y la híper-corrupción (cuando está institucionalizada). No en vano Maquiavelo dijo: “Los deseos humanos son insaciables, pues la naturaleza humana desea y quiere todo… de aquí surge una eterna insatisfacción…”. En este sentido, todo agente sujeto a obligaciones es corruptible y todo sistema normativo es potencialmente corrupto. Robert Klitgaard, doctor en Economía de la Universidad de Harvard, experto en materia de control de la corrupción, desarrolló esta fórmula: la corrupción es igual a monopolio, más discrecionalidad, menos transparencia: C=M+D-T.

Con estos fundamentos, opinaremos sobre el grupo que nos gobierna, como un agente sujeto a obligaciones, por lo tanto es corrupto, con mucho poder político.

Durante 10 años, cotidianamente han usado a campesinos, indígenas y originarios para extorsionarlos, hasta convertirlos en corruptos manipulados y, lo que es peor, los siguen engañando, haciéndoles creer que son socialistas modernos.

No piensen que solamente me baso en lo que está aconteciendo con el manejo oscuro de dólares en el Fondo Indígena, puesto que hay más de una decena similar de Fondos (para mandos medios), como el Campesino, Originario, Minero, Agropecuario, Ganadero, Fabril, Caminero, Aduanero, Gremial, de Satucos, Entel, Petrolero, Extractores de oro, castaña y madera, Cocalero, de la COB, de Medios de Comunicación (algunos comunicadores)… Todas estas organizaciones tienen un presupuesto anual asignado, con recursos que provienen de los gobernantes, pero no se tiene certeza de que esos recursos estén contemplados en el Presupuesto General de la Nación. Como se trata de un “presupuesto”, entonces podemos suponer que se trata de aproximadamente 5.000 millones de dólares, durante dos gestiones de gobierno. Consideramos que ese dinero usado discrecionalmente es la base de la estabilidad política de nuestros gobernantes y además sirve para las campañas políticas que se desarrollan en los países socialistas Siglo XXI. Muchos suponemos que esos dólares provienen del Chapare cochabambino, con redes internacionales muy divulgadas.

Aquí no termina la comedia, puesto que hay también opacidad en los fondos que se asigna a empresas privadas (con prioridad en el oriente boliviano), de la Banca, importadores, exportadores, constructores de viviendas y carreteras. No podemos olvidar a los Comandos de las FFAA y Policía. No quedan rezagados los directores de los órganos Judicial, Electoral y Tribunal Constitucional Plurinacional… Sería injusto olvidarnos de los mandos superiores en los poderes Legislativo, Ejecutivo, del Banco Central, YPFB y otros jerarcas que administran las demás empresas del Estado, como si fueran propiedad perdurable de los gobernantes, a sabiendas de que esas instituciones se hallan infectadas por la corrupción.

A manera de refrescar la memoria, hago un listado cronológico de algunos escándalos de corrupción en el gobierno de turno: Caso visas chinas; la “dulce vida” del ex ministro Mamani; los 33 camiones de contrabando; la masacre en el hotel Las Américas; el escándalo Santos Ramírez; corrupción en la Aduana; sobornos en Lotex; extorsión a menonitas; el caso Vías Bolivia; Chaparina; caso del policía Clavijo; Satélite Túpac Katari; caso Zanabria; la fuga del Fiscal Soza; Planta de separación de líquidos; hurto al estadounidense Ostreicher; caso del ex Presidente de YPFB… y muchos otros.

Según mi criterio, los “escándalos de corrupción” protagonizados por el Tribunal Supremo Electoral a nivel nacional se llevan la flor, porque son orquestados desde la Plaza Murillo, sin opacidad en el manejo del dinero que pertenece al pueblo. En resumen, han institucionalizado y monopolizado la corrupción.

Como siempre declaran, estamos en el “único y mejor país del mundo”, y para ellos es así, pues la Contraloría General no tiene acceso a documentación que aclare el manejo de la cosa pública y con razón la Autoridad encargada de la Transparencia y Lucha Contra la Corrupción está atada de pies y manos, en especial cuando los que delinquen son personeros del gobierno.

Estamos tocando “fondo”. Ojalá que nuestro destino no sea similar al de Venezuela, donde actualmente el pueblo está al borde de la hambruna.

El autor es docente universitario.

almamor2003@hotmail.com