Sólo queda un ejemplar macho dentro de la especie de los rinocerontes blancos. Y está en la reserva natural Ol Pejeta Conservancy, localizada en Laikipia, en Kenia. El motivo de su extinción es la caza furtiva, generada por el tráfico ilegal de animales.
El último rinoceronte blanco macho se llama Sudan, tiene 40 años y es custodiado las 24 horas del día por militares enviados por las autoridades locales para evitar que lo maten para comerciarlo, entero o por partes. La subespecie se llama Ceratotherium simum cottoni. Junto a Sudan conviven las últimas dos hembras de la misma subespecie, publicó lanacion.com.ar
Ante la preocupación, Robert Breare, jefe de la oficina de operaciones de la reserva de Ol Pejeta Conservancy en Kenia, lanzó una campaña y en total recaudó el equivalente a 33.000 euros durante los dos últimos años. “Hay posibilidades de que asistamos a la desaparición de una especie. Esa es la realidad, morirán aquí”, expresó Richard Vigne, director general de la reserva keniana.
“Es un símbolo de lo que los humanos le hacen al planeta, no sólo concierne a los rinocerontes”, expresó. “Esto pasa con todo tipos de animales, grandes y pequeños, en todo el planeta”, agregó, y lamentó las décadas de pasividad ante este desastre.
El rinoceronte blanco del norte se vio aún más afectado porque en sus territorios tradicionales -República Centroafricana, Chad, República Democrática del Congo, Sudán del Sur- se crearon amplios territorios al margen de la ley, a raíz de los diversos conflictos que sufrieron. “El hombre es totalmente responsable” de su extinción, asegura Vigne.