La Audiencia de Charcas, del Alto Perú, inició su vida republicana después de una guerra continua de 15 años, que le valió para ser una república independiente.
Pero para su inicio, la república necesitaba hombres probos, de inteligencia superior, donde la mayoría de la población era analfabeta e indígena. Vale decir que la Universidad Mayor y Pontificia de San Francisco Xavier dio al país esa clase de hombres, que decidieron la independencia de Sudamérica, pero no fueron suficientes.
Sin embargo, quienes regían la nueva república eran los militares, salidos de las luchas de la Independencia, y de los cuarteles, los más con una única instrucción, la de la espada.
El Libertador Simón Bolívar con esa visión política que le caracterizaba, en su Constitución Boliviana recomendaba un Gobierno Vitalicio debido a las causales citadas.
Y quién sino el Mariscal Antonio José de Sucre para dejar en sus manos el gobierno de la nueva república, de su hija predilecta, por ser hombre probo, inteligente, sagaz y heroico.
Las circunstancias así lo requerían, pero un motín alentado por un gobierno extranjero obligó al retiro del Mariscal, en un ambiente de confabulaciones y traiciones, con un tratado nefasto un l8 de abril de l828.
Fue la primera revolución, de tantas que seguirían en el país, que no permitieron el desarrollo íntegro de la República.
El General peruano Agustín Gamarra paseó con sus fuerzas por territorio nacional, permitiéndose nombrar un presidente: el General Pedro Blanco, quien a los ocho días de su nombramiento fue apresado por otros revolucionarios, y conducido a la Recoleta en Chuquisaca, donde fue muerto.
Hubo otras revoluciones, un motín militar en Paria, el 26 de abril de 1828, y la sublevación del Coronel Ramón Loayza, fiel al invasor y al General Blanco, culminando esa seguidilla con el levantamiento del Comandante Castro el 29 de enero de 1829.
Hasta que llegó el Mariscal Andrés de Santa Cruz, y la Confederación, llena de éxito y de triunfos militares, hubo tres revoluciones, en Oruro en 1837, en Tupiza 1839, y en Chuquisaca. Desde Yungay hasta Ingavi, y después hubo una serie de levantamientos, cuartelazos y motines.
Pero en 1879 pareció sacudirse el país, después de la derrota, bajo el Gobierno del General Narciso Campero.
Pero en plena guerra ocurrió el primer corralito, en pleno campo de batalla, en Tacna, cuando fue retirado del Comando del Ejército boliviano y de la presidencia de la República, el General Hilaron Daza.
Similar al corralito de la Guerra del Chaco, cuando en Villamontes fue retirado de su cargo de Capitán General y Presidente de la Republica, el doctor Daniel Salamanca, no pudiendo hacer frente a las decisiones de los altos Jefes Militares.
Después de 1879, luego de la penuria por la pérdida territorial, que era toda la costa boliviana sobre el Pacífico, llegaron los gobiernos civiles, que después del desastre de la guerra con Chile, traerían austeridad y cordura.
Estadísticamente, podemos dar una relación de las revoluciones sufridas desde la creación de la República hasta Daza.
Con el Gobierno de Velasco, dos revoluciones; con el de Blanco dos; con el de Santa Cruz dos; con el de Velasco siete; en el gobierno de transición en l841, diez; en el de Ballivián doce; en el de Guilarte cinco; en el de Velasco once; en el de Belzu cuarenta y dos; en el Córdova trece; en el de Linares once; en el de Achá dos; en el de Melgarejo veinticuatro; en el de Morales dos; en el de A. Ballivián uno; en el de Frías once: en el de Daza siete.
Siguiendo al Gobierno de Campero, llegamos a los gobiernos civiles y legalistas de Pacheco, Arce, Baptista y Fernández Alonso, que pese a su legalidad tuvieron que enfrentar muchos levantamientos:
Arce con cinco subversiones, Fernández Alonso con tres, más tarde sucumbió a la revolución federal en 1898.
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