El presidente Evo Morales se adelantó a una solución final al problema de la elección de gobernador de Chuquisaca, resultado que se encontraba indeciso. En efecto, el primer mandatario declaró que si los vocales del TDE determinan un balotaje (segunda vuelta) irán contra sus propias normas y resoluciones. Veamos de qué “normas” de trata. Primero, la anulación de más de 9.000 votos a favor del FRI. Segundo, la omisión en la que incurrió por no remitir al TSE en el plazo legal las apelaciones contra sus actos, formuladas por la agrupación Chuquisaca Somos Todos y por el FRI, apelaciones remitidas sólo después de haber cerrado el computo final del departamento.
Este manejo, a simple vista, parece orientado a favorecer al MAS, de modo que Urquizu resultara ganador sin haber alcanzado el 50% de los votos ni haber logrado una diferencia del 10% sobre el candidato siguiente. La actuación sin el cuidado debido del ente departamental dio pie para que el TSE se apoyara en una preclusión que no resulta incuestionable, convalidando el ingreso de Urquizu por la puerta falsa a la gobernación de Chuquisaca. La irregularidad de lo procesado no respetó ni el voto en urna como máxima expresión de voluntad del ciudadano elector, contra la cual no puede prevalecer ninguna argucia ni artimaña, como de manera inédita lo hizo el TDE de Chuquisaca.
Por principio jurídico, cualquier decisión es revocable por la misma instancia que la dictó o revisable por instancias superiores. Ambos casos son de validez universal y sólo los dictadores consideran sus decisiones irrevisables, por consiguiente era perfectamente posible que el propio TDE enmiende sus errores (llamémoslos así), siendo también perfectamente viable que el TSE asuma su responsabilidad decisoria, pendiente en el momento de la intervención presidencial.
No estamos ante la primera ocasión en la que la palabra del primer mandatario decide el curso de tal o cual decisión. Por lo general, todas las actuales autoridades parecen darse un tiempo para que se pronuncie la máxima autoridad, antes de proceder, por supuesto en los casos importantes o que revisten sensibilidad política o social. (Si lo sabrán fiscales y jueces al respecto).
Estamos ante un factor que pone en duda la decantada independencia de poderes o de órganos del Estado y frente a otra muestra de que la voz cantante y tonante es la del Órgano Ejecutivo en todos los ámbitos. La división de poderes -teórica en nuestro medio- no es concebible si no se respeta su independencia.
Como era de esperar, oída la advertencia, el TSE no sólo dio viabilidad a lo obrado por el TDE de Chuquisaca, sino que pese a las afirmaciones de éste de haber establecido irregularidades en los vocales departamentales, terminó por dejarlos libres de cargo y culpas, luego de una votación interna inocua. En suma, sometieron a voto disposiciones sancionatorias claras y terminantes de la Ley de Régimen Electoral, contra el principio de que “la ley se cumple y no se discute” ni vota. Una vez más cobra vigencia aquello de “donde manda capitán, no manda marinero”.
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