A menores ingresos, reducción de gastos

La crisis económica, pese a las “soldaduras” sobre las que muy optimista informó el Ministro de Economía, es grave. La baja de los precios del gas, producida hace algunos meses, es preocupante y, lógicamente, reduce los ingresos por las exportaciones al Brasil y a la Argentina; creer lo contrario, es pecar de ilusionismo o creer en milagros.

Un principio elemental de previsión señala que a menores ingresos financieros, lo correcto es reducir gastos; y el Gobierno tiene cómo hacerlo porque puede reducir los dispendios en que ha estado empeñado y que, al parecer, no pararán. Por otro lado, es preciso reducir la burocracia que colabora con el régimen, porque está comprobado que las planillas de los empleados públicos son altas por haber sufrido incrementos muy elevados y, sobre todo, porque se aumentó la cantidad de funcionarios que, en algunas dependencias, no saben qué hacer.

Desde el año 2006, cuando subieron los precios de las materias primas que exportamos, como son el gas, los minerales y otras, los ingresos para el país han sido cuantiosos y, consecuentemente, el Gobierno decidió no tener freno en los gastos, que han subido excesivamente, hasta el extremo de comprar aviones de lujo, satélite, invertir en industrias que no rinden.

Los ingresos han sobrepasado todo cálculo, hasta el extremo de que, felizmente, se pudo conformar reservas que al 31 de diciembre de 2014 habrían sobrepasado los 15 mil millones de dólares. No obstante ello, el Gobierno se empeñó en seguir la cadena de endeudamientos y se llegó al extremo de poner en circulación los “bonos soberanos”, con el compromiso de pagar altos intereses (superiores al 5%), cuando el Banco Mundial ofrecía préstamos comunes con intereses del 1% anuales y con años de gracia para su reembolso.

En los últimos meses del año pasado, se ha sostenido la necesidad de conseguir préstamos del BID y del Banco Mundial. Para la comunidad nacional, no existe razón alguna para adquirir más préstamos, debido a que el país posee los medios financieros necesarios -sin recurrir a las reservas- para cubrir las obligaciones. Contratar nuevas deudas para el país es contraproducente, contrario a toda lógica de previsión y prudencia.

No podemos ni debemos los bolivianos actuar como si fuésemos el país más rico; al contrario, hay que imprimir a las políticas gubernamentales sentido y vocación de ahorro, de prudencia en los gastos, de prescindencia de lujos innecesarios, de morigeración en viajes que no tienen razón ni utilidad alguna para el país.

Es importante que el Gobierno actúe con mesura y responsabilidad en el manejo económico y es necesario vivir realidades: menos ingresos que obligan a reducir, si es posible drásticamente, muchos gastos; de otro modo, lo que se hará es agravar la crisis económica que, aunque negada por algunas autoridades, hace mella en nuestra economía.