Para recordar

Cuando esta columna se publique, la Cumbre Agropecuaria habrá concluido, esperemos que sus conclusiones terminen de romper el cerco que por varios siglos sufrió Santa Cruz, para convertirse en la región que contribuya sustantivamente a la Seguridad Alimentaria del país y aporte un mayor volumen de exportaciones que contribuirán a fortalecer nuestra economía.

Pero, esperemos que sus actores hayan tenido en mente lo sucedido en el pasado. Según comenta Fernando Aníbal en su texto sobre la “Historia de la Industria Azucarera Cruceña” (Santa Cruz, 2013), después del fusilamiento de Andrés Ibáñez, “el 2 de enero de 1891 se produce un segunda levantamiento federalista conocido simplemente como la Revolución de los Domingos (por ser encabezada por Domingo Ardaya y Domingo), la cual instauró la Junta Gubernativa Federal del Oriente”. Prosigue Aníbal: “enorme habrá sido la preocupación de los elites mineras del gobierno, toda vez que la creación del Banco Oriental y la reducción de los impuestos al azúcar otorgaban independencia económica y en consecuencia poder político a los cruceños”. Nuevamente se observa aquí el interés regional de tener las condiciones para producir, para generar una economía regional.

La siguiente batalla fue por unir a Santa Cruz, mediante un ferrocarril que la conectase con Cochabamba y por tanto con el resto del país, ya que con el Tratado de 1904 se había obtenido el financiamiento para construir el ferrocarril que unió al país con Chile y posteriormente con Argentina. El magnate minero Aramayo argumentaba que el ferrocarril al norte argentino era necesario para disponer en el país “los productos agrícolas, ganaderos y fabriles que más abundan en la República Argentina”. Posteriormente Ismael Montes, mediante Ley de 1904, liberaba de impuestos a una gran cantidad de productos importados, entre ellos la “internación de trigo, maíz, harina, azúcar”. Fue otro atentado a la economía agropecuaria nacional.

Pese a todo ello, la actividad azucarera fue desarrollándose en Santa Cruz, según apunta nuestro autor: “estos centros de producción de azúcar situados en Santa Cruz, durante los siglos XVI al XVIII eran auténticos ingenios azucareros y no apenas medios rudimentarios o artesanales para la elaboración de azúcar”.

Dando un largo salto histórico, la Guerra del Chaco que cambió al país y dio lugar a la presencia de un nuevo grupo humano vinculado a la política, permitió que el Gobierno nacional se interesara en lograr la integración nacional; para ello en 1941 se decidió realizar un estudio de la situación económica nacional, considerándose dentro de éste el análisis el sector agrícola cruceño.

Dicha tarea fue encomendada a la misión norteamericana encabezada por Merwin L. Bohan, la cual tomó el nombre de este experto, concluyendo con el Plan Bohan. Su aplicación y esto es ya historia reciente, y el impulso otorgado por el primer gobierno de Víctor Paz Estenssoro, quien concedió el liderazgo de su aplicación a ese fanático del desarrollo nacional: Alfonso Gumucio Reyes (les aconsejo leer: “El Ingeniero Descalzo”, escrito por Alfonso Gumucio Dagron), permitieron la integración de Santa Cruz, y el desarrollo de la pujante agroindustria nacional, que ha permitido el surgimiento de una economía regional que ha sido un tanto asfixiada en los últimos 9 años.

Esperemos que los resultados de la Cumbre Agropecuaria signifiquen un antes y un después, como lo fue en su momento la aplicación del Plan Bohan, para permitir un desarrollo más diversificado del país.