El manantial del Silala

El año 2002 será recordado, entre otras cosas, porque el 2 de enero asumió la presidencia de la República Argentina Eduardo Duhalde; el 6 de febrero la reina Isabel II celebró el quincuagésimo aniversario de su llegada al trono; el 1 de marzo dejó de circular la peseta en España, siendo la única moneda el Euro y se estrenó la película “Camino a la perdición”, la cual narra la historia de un padre que tiene que huir con su hijo porque la mafia los persigue.

El crimen organizado se encuentra en diversos campos, incluso en los que, negando la realidad, buscan difundir mentiras. En el caso que nos ocupa, del Silala, me refiero en particular a quienes de manera insidiosa utilizan los términos vagos e imprecisos de río, aguas o vertientes, cuando se refieren en realidad al manantial del Silala.

El manantial del Silala -descubierto en 1880 por el ingeniero inglés Josiah Harding- nace en la localidad Quetena de la provincia Sud Lípez del Departamento de Potosí, el cual alimenta los bofedales de la región. Sin embargo, el mismo Harding, quien estaba en cargado del trazo de la línea del ferrocarril Antofagasta - Huanchaca, faltó a la verdad cuando delineó en el mapa de la frontera chileno - boliviana, unas líneas, las cuales daban a entender que el río San Pedro sería afluente del río Inacaliri o Cajón de la Cordillera de los Andes, el cual nacería en Bolivia en el paralelo 21º e ingresaría a territorio chileno en el paralelo 22º con el nombre de río Silala, sin que en la realidad existiera interconexión hídrica natural alguna.

El manantial del Silala fue otorgado en concesión por la Intendencia de Antofagasta a la empresa “The Antofagasta and Bolivia Railwal Company Limited” en 1906, empresa que pasó a ser controlada por capitales chilenos, concesión que fue ratificada por el Estado boliviano, mediante proveído prefectural de 23 de noviembre de 1908. A fin de aprovechar las aguas del manantial del Silala, la empresa de capitales transandinos realizó una serie de obras civiles.

En el año 1996, EL DIARIO valientemente denunció el desvío de las aguas del manantial del Silala, por obreros chilenos, quienes habrían ingresado ilegalmente a territorio boliviano y realizaron nuevas obras civiles para desviar una gran cantidad de aguas del manantial del Silala a su territorio. Esta denuncia no fue estéril, sino que desembocó en que el Prefecto de Potosí emitiera la Resolución Administrativa Nº 71/97, de 14 de mayo de 1997, revocando la concesión a favor de la empresa transandina, decisión que fue confirmada por el Artículo Único del Decreto Supremo Nº 24.660, de 20 de junio de 1997, por el cual la precitada Resolución fue elevada a rango de decreto supremo.

Más adelante, el Gobierno de entonces promulgó el Decreto Supremo Nº 25.500, de 30 de agosto de 1999, por el cual se encomendó a la Superintendencia de Aguas proceda a la licitación pública nacional para el aprovechamiento de las aguas del manantial del Silala.

Durante la gestión 2006, se aprobó la “Agenda de los Trece Puntos, entre Chile y Bolivia, cuyo punto siete señala con total claridad que: “Silala y recursos hídricos: Bolivia desea resolver la soberanía sobre las aguas del manantial que comienza en el sur de ese país y que desemboca en Chile”, lo cual implica un reconocimiento expreso a que el Silala es un manantial y no un río.

El 4 de abril de 2009, el entonces Ministro de Obras Públicas chileno, Ing. Sergio Bitar, anunció que se habría llegado a un acuerdo definitivo con Bolivia, con el llamado “Convenio 50/50”, por el cual Chile pagaría al Estado boliviano el 50% del uso de las aguas del Manantial del Silala, mientras se definía el origen de las aguas del manantial del Silala, como si en pleno Siglo XXI no se pudiera ubicar su origen. Sin embargo, en Potosí hubo conceso para que no se firme el precitado acuerdo y que el pago se efectúe por el 100% del recurso hídrico de manera retroactiva, decisión sabia, por cuanto el numeral dos del precitado convenio, reconocía, de manera implícita, que el Silala era un río.

Retomando la película “Camino a la perdición”, la misma pone de manifiesto todo el sacrificio que un padre es capaz de hacer por sus hijos, incluyendo enfrentar a un grupo de mafiosos.