Termina la época de las vacas gordas

Durante los últimos diez años, el mundo industrial internacional registró notable repunte en sus actividades, el mismo que originó una espectacular alza de los precios de las materias primas que producen en especial los países llamados del tercer mundo.

Ese fenómeno tuvo extraordinaria proyección en la vida económica de Bolivia, permitiéndole ingresar en una artificial etapa de bonanza y estabilidad que en otra forma no se hubiesen presentado. En efecto, de no haberse producido esa subida de las cotizaciones de los recursos naturales, la actividad económica boliviana hubiese estado sumergida en los precios bajos, determinando, por tanto, dificultades no sólo financieras sino también políticas, no sólo de la población en general, sino también en medios gubernativos.

Se debe recordar, por ejemplo, que durante las décadas de mediados del siglo pasado, el precio del estaño giraba en torno a dos dólares por libra, mientras hasta hace algunos meses estaba en más de diez dólares, para caer en recientes semanas a menos de siete libras la unidad, fluctuación de precios que repercutió directamente en el país, ya sea en forma positiva o negativa, según los casos.

Al presente, la caída de precios del gas, estaño y otras materias primas que Bolivia exporta sin industrializar -acentuando su cualidad extractivista- ya está determinando efectos negativos, pese a que recién está ingresando en una fase intensiva y muestra que la etapa de prosperidad está llegando a su fin. Los ingresos por venta de gas ya han caído y el bajón del precio del estaño está a punto de determinar la quiebra de la mina de Huanuni, que ya trabaja a pérdida. De otra parte, los cooperativistas mineros, al ver negro el futuro, han pedido al Gobierno ayudas de emergencia, al igual que otros sectores. De otro lado, el crecimiento económico del país bajó del 5.9 al 5 por ciento y según el FMB bajará al 4.5 por ciento.

El caso más preocupante es el referido a la caída del precio del crudo que afecta a las exportaciones, pues según el INE, las ventas al exterior, que enero de 2014 fueron de 1.029 millones de dólares, en el mismo período bajaron a 795 millones. Ese bajón determinó la caída del IDH en 12 por ciento. Entre tanto, la deuda externa llegó al pico más alto de 5.736 millones de dólares, mientras las regalías mineras cayeron en 26.5 por ciento en el primer trimestre de este año.

Al derrumbe de los precios internacionales, que perjudica a la economía boliviana, se debe agregar la baja de las remesas de bolivianos que viven en el exterior, las devaluaciones monetarias de países vecinos, la baja del precio de la quinua, etc. También afectan al país la inseguridad jurídica en la minería, la industria y la agricultura, la corrupción generalizada en los medios administrativos, la crisis del Órgano Judicial, la inestabilidad del Tribunal Supremo Electoral, la ineficiencia del Órgano Legislativo y las dificultades del Órgano Ejecutivo, afectado por la derrota electoral de marzo pasado.