Punto aparte
En días postreros a su despedida final, Juan León Cornejo no perdió el ánimo, la capacidad y la firmeza de seguir escribiendo su columna de opinión semanal, “Menudencias”, que publicaba en EL DIARIO desde hacía tiempo.
Se despidió como un periodista de buena ley, como lo demostró a lo largo de su dilatada carrera, de más de 50 años. Siguió escribiendo de forma excepcional. Su lucidez la mantuvo intacta, a pesar de sobrellevar heroicamente una enfermedad terminal. Incluso, desde hacía cierto tiempo, no podía ni alimentarse. La debilidad física que le sobrevino no permitió que lo operen, para darle unos meses o unos años más de vida.
Así, una vez más puso a prueba el valor personal que lo distinguía. Por ejercer el periodismo independiente estuvo preso, salió al exilio, confrontó las penurias de conlleva esta situación. Sin embargo, en momento alguno se amilanó. Buscó afanosamente trabajo y lo consiguió en un organismo internacional, que operaba en Montevideo. Allí lució su alta competencia intelectual y profesional por varios años.
Su desempeño era sobresaliente, por lo que obtuvo una beca para adquirir mayores destrezas periodísticas, nada menos que en Roma, Italia. De la misma forma en que lo hizo en Montevideo, fue brillante en los estudios. Su compañera de toda la vida, Deisy, le hizo más llevadera la vida de estudiante-profesional. Antes tuvieron un hijo varón y la pareja la completaron en Roma.
A la niña la bautizaron con el nombre de Romina, para guardar un recuerdo imperecedero de la acogida que les brindó esa bella ciudad milenaria.
Vueltos a la patria, Juan trabajó como corresponsal de agencias internacionales de noticias. En 2013 lo seleccionaron para desempeñar el cargo de Director Ejecutivo de la Asociación Nacional de la Prensa (ANP), que aglutina a todos los medios impresos del país.
En el ejercicio de esta exigente y riesgosa función, una vez más exhibió sus dotes profesionales y el valor civil que demanda defender la libertad de expresión, en circunstancias en que se intenta avasallarla y atentar contra su integridad, por parte de un gobierno que considera a la prensa como su principal enemiga. Todo, por insistir en informar y opinar libremente, sin declinar en el elevado servicio público que cumple.
Juan no se fue en silencio. El 19 del mes pasado escribió su columna en EL DIARIO, con el título “La prensa, otra vez en la mira”. Levantó su dedo acusador, expresando que a “a sólo dos meses del inicio de una nueva gestión gubernamental, la arremetida oficialista contra el periodismo ha tomado una virulencia tan grande como la que se registra ahora”.
Agregó: “En estos dos meses se han producido cinco agresiones físicas a periodistas, una amenaza, dos incidentes de acoso judicial, un periodista encarcelado y tres medios de comunicación con severas sanciones económicas”.
Citó, asimismo, los globos de sangre lanzados anónimamente contra los domicilios de algunos colegas y el caso de un dirigente del oficialismo que amenazó con “sentarle la mano” a la periodista que denunció, por primera vez, “las irregularidades cometidas en el Fondo Indígena, que hoy se confirman como el mayor escándalo de corrupción de los últimos años”.
En la penúltima semana de su existencia, el 2 de abril, Juan escribió, con su característica independencia y aguda percepción de la realidad nacional, la columna titulada “La pelota ahora está en la otra cancha”. Se refería a los primeros resultados de las elecciones regionales.
A tiempo de apuntar que era un hecho que el oficialismo perdió en aquellos lugares que consideraba sus bastiones inexpugnables, en el departamento de La Paz, como eran El Alto y la hoyada, remarcó que éstos lugares constituían, sin duda, el fuerte político ideológico más combativo y más decisivo que tenía el MAS en el país.
Aparte de otros comentarios sobre el acto electoral de 29 de marzo, señaló que arrojaron también una lección muy importante: “Si la oposición supone, con exceso de triunfalismo y soberbia, que éste es el principio del fin, sería un error. Las cifras, aun siendo preliminares, muestran cuánto camino se pudo transitar si se dejaba de lado rencillas personales o politiqueras”.
A manera de clamor ciudadano, expuesto por un periodista paradigmático como era Juan León, dijo: “Le toca ahora a la oposición demostrar que puede también garantizar gobernabilidad, pese a sus diferencias ideológico partidarias internas… En ese panorama, la oposición tendrá que hacer esfuerzos extraordinarios para concertar acuerdos y alianzas sobre bases programáticas, antes que sobre intereses coyunturales o personales, siempre efímeros. Parece difícil. Pero el interés del país tiene que ponerse por encima”.
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